Lo mires por dónde lo mires, Yoga siempre nos sana. Una práctica integral que transformará tu energía, tu cuerpo y hasta expandirá tu capacidad de dar y recibir amor:
¿Sabías que te ayuda a escucharte? Al trabajar con posturas corporales y una respiración especial que nos permite ir más a fondo en nuestra práctica, esta técnica nos facilita la re-conexión con nuestro centro y con nuestra energía. Por eso, es muy común que durante o después de las clases sientas que se te revelan ciertas informaciones o certezas. Porque cada postura te acerca un poco más a lo que ya sos y sobre todo, te muestra, más claro, quién querés ser.
Además, al trabajar con posturas que expanden y limpian nuestro pecho y la zona de la garganta, nos ayuda a sanar y eliminar bloqueos o temores que, a lo largo de nuestra vida, se han ido quedando en nuestro cuerpo y campo energético y que actúan tiñendo nuestro lugar en las relaciones y nuestra manera de entregarnos (O no) a experimentar un verdadero amor. Esas asanas (posturas de Yoga) facilitan la descompresión de la zona de nuestro corazón y nos conectan con aquello que sentimos y que queremos sentir. Del mismo modo, nos ayuda a comprender mejor qué situaciones nos están lastimando y ya no queremos ni necesitamos seguir sosteniendo en nuestra vida.
Pero, por sobre todas las cosas, en mi experiencia como instructora y también como alumna, comprobé que lo que más me transformaba y me sanaba de esta técnica es que me trae completamente al presente. Practicar Yoga nos ayuda a salir del parloteo mental, rompe con las dudas y la falta de certeza o la sensación de estar perdidos en el medio de nuestra vida. Nos reconecta con el ahora y solamente estando bien enraizadas en el presente, es que podremos entregarnos a vivir la experiencia de un amor pleno.