Además de las terapias y los tratamientos de bienestar, existen pequeñas acciones que nos ayudan positivamente a balancearnos. A veces, un movimiento simple, puede beneficiarnos en forma profunda, por ejemplo, un cambio en nuestra postura corporal:
Cuando te sientas entristecido, con falta de motivación o con poca energía, revisa instantáneamente el estado de tu cuerpo: ¿Cuál es tu postura actual? ¿Te sentís erguido, esbelto o aminorado y encorvado? ¿De qué manera estás parado o sentado en este momento? ¿De qué forma estás caminando? ¿Tu cabeza mira al frente, al horizonte o al piso, al pasado?
Una manera efectiva y simple de cambiar nuestro estado de ánimo y mejorar nuestro humor y la energía del cuerpo, es ubicando una mejor postura. ”Mejor” se refiere a más saludable, más firme pero sin rigidez, más positiva, más consciente. Para lograrlo, solo tenemos que realizar pequeños ajustes que nos ayudarán a transformar la sensación corporal, el estado mental y nuestra actitud del día:
El primer paso siempre es enderezar la columna vertebral. Suavemente, visualizamos cómo nos vamos estirando y nuestra espalda se acomoda y se alarga. Esto permite que la energía vital fluya mejor, que se deshagan los bloqueos y que los hombros descansen hacia atrás, evitando redondearnos hacia adelante y caminar cabizbajos. Además, esta postura nos conecta con la fuerza personal y con la sensación de avance y progreso.
El segundo paso es afirmar bien los pies en el suelo. Revisar cómo estamos pisando y ajustar lo necesario para que la mayor parte de nuestra planta apoye con firmeza. Esto mejora nuestra estabilidad, nos aporta sensación de equilibrio y nos ayuda a tomar seguridad y confianza.
Y un tercer ajuste importante es nuestra mirada, nuestra atención. Revisá suavemente hacia dónde la estás dirigiendo, a dónde apunta tu cabeza. El movimiento de sostener la visión hacia el frente y hacia los laterales, evitando que caiga hacia el suelo, nos ayuda muchísimo a tomar coraje, fortaleza y optimismo para recibir lo nuevo y mejorar la manera de vincularnos. Pero, sobre todas las cosas, el mirar hacia arriba y hacia el frente nos permite descubrir y apreciar todo aquello que el camino nos estaba mostrando y estábamos pasando por alto o perdiendo la oportunidad de algún mágico encuentro.