Cuando dormimos, el cerebro monitorea el medioambiente en busca de sonidos que denoten algún riesgo. El oído, misterio que poco a poco se va revelando, es una estructura muy compleja mediante la cual oímos y matenemos nuestro equilibrio físico.
Gracias a él sabemos si estamos parados, inclinados o acostados, como señala Andrés Percivale en “El yoga de las 4 estaciones”, según lo recogido por el sitio especializado Salud y Psicología.
El sonido puede efectuar un masaje muy sutil en los tejidos, mejorando la circulación, el metabolismo, el sistema nervioso y el endocrino. Una enfermedad puede ser considerada como la desafinación de un instrumento en un grupo orquestal.
Lo que se propone la llamada “terapia de sonido” es afinar nuevamente el órgano enfermo y reintegrarlo en el concierto del organismo, como explica el sitio mencionado.
Existen distintos tipos de terapias de sonido. Una de las más famosas es la del gong, considerado como un instrumento de transformación cuyas frecuencias tocan las fibras profundas de nuestro cuerpo, cuyo origen remite a más de 20 años en Estados Unidos y Europa, donde el maestro Don Conreaux hizo conocer el llamado Baño de Gong junto a su colega Aidan McIntyre, como indica una nota de la fundación Columbia, publicada en su sitio institucional.
Beneficios de la terapia del gong:
Armoniza
- Trabaja sobre los centros de energía
- Ayuda a liberar bloqueos
- Renueva nuestra energía
- Abre nuevos caminos en nuestro campo electromagnético