Generar una energía de calma en nosotros y a nuestro alrededor, no solo nos ayuda a relajarnos y conectarnos con el presente sino que, además, nos concede máxima salud. Hoy te damos algunos tips para lograrlo:
Serená tu cuerpo y balanceá tu mente: A quienes nos cuesta mucho silenciar y menguar la actividad mental, la forma más efectiva de lograrlo es través del cuerpo. Trabajar nuestra elongación, nuestra apertura y estiramientos de espalda (Por ejemplo, a través de Yoga) nos ayuda muchísimo a calmar nuestra energía y a encontrar nuestro centro. Participar de sesiones de Reiki también puede serte muy efectivo. Al llevar tu atención y tu energía a cada parte de tu cuerpo, se envía la señal de orientación y orden que te ayuda a estabilizarte. Los pensamientos comienzan a calmarse y toda tu vibración se va a alineando.
Conectate con el agua: Ya sea a través de una pileta natural, una ducha relajante o bebiendo una cantidad adecuada agua diaria, su energía siempre nos comparte dos maestrías principales: Nos ayuda a fluir y a soltar y nos promueve limpieza interior. Ambas son necesarias para retomar tu tranquilidad. No podemos serenarnos si estamos apegados al dolor, a una experiencia pasada o a un hábito toxico que nos separa de nuestro centro. Tampoco lo lograremos si no permitimos la limpieza interior que nos ayude a liberarnos de viejas resistencias o residuos que nos bloquean por dentro y por fuera. El agua es una gran maestra. Incorporémosla sabiamente.
Aquietarnos nos permite ver mejor: Buscar tu centro de tranquilidad te ayuda a descubrir tu mejor perspectiva de las cosas. Desde el estrés y las tensiones no es posible observar con claridad ni sanar a nivel profundo. La ansiedad y el nerviosismo boquean tu visión y los canales para recibir tus respuestas.
Salud es el nombre de un conjunto extenso de hábitos que nos ayudan a estar a mejor cada día. No es solo no resfriarse o contagiarse en el invierno. Es una conciencia más alta sobre nosotros mismos y sobre todo lo que nos rodea. Es sentirnos alineados mental, emocional y espiritualmente con nuestro cuerpo.
Es escucharnos y respetarnos, ajustando lo que haya que ajustar para mantener nuestra armonía. Es permitirnos parar a tiempo y honrar nuestro cuerpo agradeciéndolo y cuidándolo. Aprender a mantener la calma es una de las mejores formas de proteger nuestra energía y mantenernos saludables.