Pienso, luego existo
Cuando tenemos pensamientos poderosos, la realidad que nos rodea puede transformarse. Como una red o un entramado, cada persona que nos rodea nos completa en la manera de auto percibirnos. La vida es en su mayoría un juego de espejos. Al fin, estamos hechos de varios puntos de vista. El pensamiento afirma constantemente el lugar que habitamos. El intercambio de él permite enriquecerlo. Y cuando entra en crisis abre la posibilidad a cuestionar qué y quiénes somos. Hablar cosas que no dan ganas, emociones estancadas, y poder tomar distancia objetiva para transformar. La mente cambia y la realidad también.
¿Cómo unir la mente y el corazón?
Cuando una emoción fuerte nos invade tan repentinamente nuestro cuerpo se deshace en una marea indescifrable, casi como una arena movediza, y desarma toda posibilidad de articular el pensamiento. La posibilidad de acción queda anulada. Nos hundimos en un barco o remontamos un vuelo vertiginoso. El pensamiento da forma y moldea al corazón. Sentir mucho y atarlo a una palabra. Verbalizar expectativas y decepciones. Bajar la nube a la tierra. Haz una lista para ordenar la mente.
Mejor quitarse las dudas antes que vivir a medias
Ser frontal con respecto a las dudas que tengas. Amar las decisiones tomadas y la intuición que brota del corazón. Si algo no da buena espina, no esperes a confirmarlo. Pero probá todo lo que te llame la atención. Saca tus dudas porque si no ellas vendrán por vos cuando menos lo esperes.