El estado de tu mente afecta al estado de tu cuerpo. Por eso, necesitamos depurar nuestras creencias limitantes, negativas o apegadas al pasado para que nuestra energía corporal irradie vitalidad y salud.
Cada vez que nos concentramos en una idea, esa misma energía se distribuye por nuestro cuerpo y nos conecta con determinadas emociones. Al mismo tiempo, como estamos vibrado esa energía, atraemos hacia nosotros y hacia nuestra vida todo tipo de situaciones y personas relacionadas a nuestro estado interior. De ahí, la importancia de sanar nuestros pensamientos y creencias arraigadas.
Seguramente, habrás notado que cuando estás pensando en algo que te atemoriza, tu cuerpo, por ejemplo, se tensiona, se cierra, se endurece el abdomen y los pies tienden a contraerse. Y, cuando pensamos en situaciones o personas que nos conectan con la alegría, el amor, la diversión, nuestro cuerpo automáticamente se relaja, se expande y nos sentimos vitales y con entusiasmo.
Ahora imaginate el efecto que nuestros pensamientos tienen a lo largo de nuestra vida. ¿Cuántas ideas oxidadas o creencias limitantes continuamos arrastrando por años y años? ¿Cómo pensamos que lo sobrelleva nuestro cuerpo?
Pensar bien te ayuda a sentirte de esa forma, pero por más que sientas que sos una persona con tendencia a ver el vaso medio vacío, te contamos que todo se puede entrenar y mejorar. La práctica crea un nuevo hábito y está comprobado. Nuestra mente se recicla si le enseñamos a hacerlo.
Algunas formas, de sanar tus pensamientos son:
• Enviar Reiki hacia la zona de tu cabeza, frente y cuello.
• Practicar afirmaciones positivas
• Agradecer, cada día, un aspecto o bendición de tu vida en el presente.
• Practicar Yoga, especialmente, las posturas invertidas.
• Flores de Bach, especialmente, el remedio White Chestnut