No sólo para relajarnos o armonizarnos, podemos utilizar Reiki. También, podemos acudir a sus beneficios en momentos de emergencia. Existen zonas del cuerpo que, al aplicar esta energía, trabajan muy rápido activando la calma, ayudando a restablecer el equilibrio, durante una situación traumática o estado de shock.
Ante un momento de tensión, de susto intenso o ataque de pánico, puedes iniciar tu canal de Reiki, activando tus manos (Frotando las palmas entre sí, para iniciar la energía) y pidiendo asistencia.
Luego, posiciona las manos sobre tu pecho o el pecho de la persona que vayas a asistir. Aplicar Reiki en la zona del corazón, proporciona mucha calma y resguardo, dando la sensación de estar contenidos maternalmente. Activa la energía de la protección y nos reconecta con nuestro estado de calma, ayudando a salir de un gran susto o de un estado de nerviosismo extremo. Respira profundamente, al menos, unas veinte veces, con el fin de darle tiempo a la energía para que haga su trabajo de sanación y reconexión.
Luego, lleva tus manos hacia la zona de la cabeza, apoyando una sobre cada oído, formando un cuenco con tus dedos, como si fueran caracolas. Esta postura, ayuda a calmar la mente y a orientar la escucha hacia el interior de la persona, saliendo del estado mental de tensión o de susto. Es muy gratificante y permite relajar los pensamientos. Quédate allí, enviando la energía Reiki, otras quince o veinte respiraciones.
Luego, te ubicas a ti mismo, o a la persona que estés tratando, boca abajo para asistir el área de la espalda y el cuello, que es donde se acumulan las tensiones, porque tendemos a contracturarnos cuando nos asustamos o atravesamos una situación traumática. Entonces, coloca suavemente tus manos en la zona superior de la espalda y comienza a enviar la energía, visualizando como vas calmando y disolviendo los bloqueos. Con mucha suavidad, comienza a realizar círculos como si intentaras serenar a alguien, normalmente. Estos movimientos tienen un efecto muy relajante sobre las personas y emiten la señal de estar acompañados y sostenidos, permitiendo una mayor relajación y distención muscular y emocional.
Por último, lleva tus manos a los pies y envía Reiki a esta zona para restablecer el enraizamiento con la tierra y lograr cortar el estado de pánico o shock. Se dice que cuando atravesamos un momento de trauma, el Alma se separa del cuerpo y tenemos que volver a enraizarla, para darle seguridad y estabilidad. De esta manera, podremos recuperarnos más fácilmente y retornar al momento presente, con una actitud más sólida, serena y atenta.
Si no te has iniciado en Reiki, pero sientes que puedes hacerlo, recuerda que el uso de las manos para curar, es muy antiguo y todas las madres del mundo lo han utilizado, intuitivamente, cuando a sus hijos les dolía algo. Nosotros, en nuestra vida cotidiana, por instinto, si nos duele algo, siempre llevamos las manos hacia esa zona y, rápidamente, experimentamos una sensación de calor que ayuda a calmar esa dolencia. Entonces, confía en el poder de la energía y en tus manos como herramientas de curación y anímate a brindar Reiki en momentos de emergencia, activando la capacidad del cuerpo de sanarse a sí mismo.