El término Temazcal viene de Temazcalli, del dialecto náhuatl, y significa “Casa donde se suda”. Esta antigua ceremonia implica ingresar a una especie de iglú de piedras calientes que simboliza el útero de la Madre Naturaleza, y donde se combinan cantos mesoamericanos, meditación y un vapor aromático y curativo.
A lo largo de la historia, distintas comunidades utilizaron el Temazcal de forma terapéutica, como parte de un ritual o ceremonial, ya que sus efectos no son solo físicos, sino también energéticos y espirituales.
Una vez dentro de la estructura, sobre las piedras calientes, el chamán echa infusiones o plantas con diferentes cualidades curativas. Estos baños provocan una desintoxicación del cuerpo a través de la sudoración por medio del vapor medicinal de hierbas, pero también el espíritu se limpia a través de las palabras pronunciadas, el llanto, los pensamientos eliminados, etc.
A grandes rasgos, el Temazcal purifica el cuerpo, fortalece el corazón y depura la sangre, limpia la piel, desintoxica y ayuda a relajarse. En la antigüedad, era utilizado por las mujeres antes durante y después del parto.
En otro plano, es capaz de promover la apertura de la mente, desarrollar la percepción, ayuda meditar. Los indígenes lo utilizaban para tratar males de la población.
A nivel simbólico, la estructura del Temazcal representa el vientre de la Tierra, una Diosa que se devorará “lo que no nos sirve” (toxinas, pensamientos negativos, dolores, etc). y lo transformará en tierra fértil para que podamos transmutar a una nueva vida. Por ello, se dice que es un espacio de limpieza y renacimiento.
La práctica sobrevivió gracias a la tradición oral y, por sus grandes beneficios a todo nivel, hoy cada vez tiene más adeptos entre pacientes de medicina holística.