Cada uno de nosotros se alinea a una práctica de meditación personal que le resulta más afín y más cercana. Por eso, es muy óptimo que pruebes diferentes técnicas y experimentes cuál es tu sensación al presenciarlas, hasta que encuentres las que más se alinean a tu tipo de energía y personalidad. Hoy, te compartimos una técnica muy antigua y súper natural para pruebes esta maravillosa experiencia de meditar rodeada por la vibración de los árboles.
Todos o casi todos hemos comprobado la enorme y positiva capacidad que tiene la naturaleza para ayudarnos a centrarnos, conectarnos con el interior, dejar ir pensamientos tóxicos y nocivos y recuperar nuestra fuerza, firmeza y alegría personal. No por nada, cuando necesitamos relajarnos completamente, tendemos a buscar entornos naturales, silenciosos y menos urbanos.
Los arboles emiten una energía muy particular. Toman la vibración de la tierra a través de sus raíces y, por medio de sus copas y ramas, la devuelven hacia el cielo desplegándola hacia el Universo. Del mismo modo, reciben vibración desde el cielo y la transmiten hacia la tierra. Por eso, desde la antigüedad, muchas culturas ven en los arboles la representación de la Unidad, de la presencia (están conectados a diferentes planos) y el poder del enraizamiento.
Meditar con ellos es tan nutritivo para nosotros que, muchas veces, lo hacemos casi sin darnos cuenta. Hay ciertos árboles que nos llaman la atención personal. Solemos sentarnos cerca, de frente, de espalda o simplemente recostarnos a respirar debajo de ellos. Hoy, la propuesta es que, cuando puedas y quieras hacerlo, intentes realizarlo con una mayor consciencia y estableciendo la intención de recargar tus energías a través de conectarte con su vibración.
Existen muchas formas de hacerlo y, como siempre te decimos, necesitas activar tu intuición para realizarlo a tu manera más afín. De todas formas, te proponemos una pequeña guía para que puedas probarlo:
1. Ubicate cerca de un árbol, en la posición que más le agrade a tu cuerpo
2. Antes de cerrar los ojos, contemplalo unos instantes para reconocerlo, para conectarte con su parte física y su disposición.
3. Cuando lo sientas, cerrás tus ojos y comenzás a respirar en forma consciente hasta conectarte con tu energía interior.
4. Ahora, visualizá ese mismo árbol teniendo presente las sensaciones que llegan a tu cuerpo. Reconócelo desde adentro, desde su propia vibración.
5. Para nutrir este ejercicio, podés visualizar cómo la energía parte desde las raíces del árbol e ingresa por las plantas de tus pies. Recorre todo tu cuerpo con su energía en ascenso y sale por tu cabeza, en la zona de la coronilla. Desde allí sube al cielo y vuelve a ingresar al árbol a través de su copa y sus ramas.
Realizalo algunas veces, hasta que te sientas vital y en bienestar y agradecé su energía y su disposición para sanarte. Tomate unos minutos para comprobar el estado de tu cuerpo antes de regresar a tus actividades y recordá que la Naturaleza siempre te ofrece una medicina sin igual.