La dosis justa de ansiedad nos mantiene con entusiasmo y nos permite activar nuestra creatividad. Pero cuando dejamos que nos consuma o nos gobierne la mayor parte del día, terminamos afectando negativamente no solo nuestra energía personal sino también interfiriendo en nuestras relaciones. Te contamos por qué y te brindamos una pequeña guía para ayudarte a regularla:
- Apuramos a los demás, olvidando respetar sus prioridades: Un alto nivel de ansiedad provoca que constantemente, tal vez hasta sin darnos cuenta, estemos apurando a los demás al realizar todo tipo de actividades. Esto provoca una distorsión del sentido del tiempo y termina por agotar nuestras relaciones, ya que olvidamos un factor importantísimo: Nuestro tiempo no es el de los demás.
- Los hacemos sentir empujados: Nos acostumbramos a llevar las riendas constantemente de todo lo que organizamos y terminamos por hacer sentir empujados a nuestros amigos, parejas, colegas, hermanos y familiares. De esta forma es difícil saber si realmente están disfrutando de participar o si se sienten casi obligados con nuestra ansiedad imperativa.
- Nos pasamos por alto el ahora: Y, por sobre todas las cosas, estropeamos nuestras relaciones con nuestro exceso de ansiedad porque, al estar constantemente preocupados y conectados a lo que vendrá, apurados como si el mundo se terminara en el próximo segundo, nos perdemos de disfrutar y de percibir un montón de detalles y gestos que están pasando y que estábamos recibiendo precisamente ahora.
¿Qué nos ayuda a regular la ansiedad?
• Nuestra respiración cuando la realizamos en forma consciente y profunda.
• Orientar toda nuestra atención a lo que estamos viviendo justo ahora. No antes. No después.
• Las flores de Bach nos ayudan muchísimo y nos suman estabilidad emocional.
• Agradecer lo que vivimos hoy. Porque nos reconecta con el tiempo presente.
• Practicar Yoga porque aprendemos a conectarnos con nuestro interior y a balancear las energías de nuestro cuerpo, mente y espíritu.