Muchas personas me han consultado acerca de cómo continuar sus prácticas de Yoga y de relajación con la llegada de un nuevo niño a la familia. Sobre todo cuando se trata de mamás primerizas donde, una de las cosas que más nos preocupa o nos angustia, es el no saber bien cómo organizar nuestro tiempo.
Mi sugerencia es que no intentes practicar únicamente cuando ellos duermen o cuando, de más grandes, asisten al jardín. Sino que lo hagas a su lado. Que les permitas mirarte, copiarte, imitar tus movimientos a su manera y participar casi como un juego natural.
Es normal y hasta instintivo que tus hijos se acerquen mientras practicás tus posturas y se divierten mucho viéndote armar las asanas invertidas o de equilibrio. Además, como la mayoría de las posturas de Yoga, al traducirlas del Sanscrito al español, llevan nombres de elementos de la naturaleza como, por ejemplo, saludo al sol, saludo a la luna, la montaña, el árbol o el pez, les resulta muy fácil a los niños aprenderlas y visualizarlas. Podés ir contándoles cómo se llama cada una mientras las recreás. Es muy agradable y hasta gracioso para ellos el comprender que tus movimientos reciben el mismo nombre que el entorno que los rodea.
Por otra parte, la palabra Yoga simboliza nuestro concepto de Unión. Y ¿Qué otra instancia puede ser tan sanadora que el generar una unidad armoniosa con tus propios hijos?