Una de las actitudes que nos aleja de nuestra propia sanación es el apego o el conflicto con aquello que no logramos dejar ir. Muchas veces, tal vez inconscientemente, estamos aferrados inclusive a situaciones o relaciones que ya hemos comprobado, una y otra vez, que no nos hacen bien, que nos desnutren, que nos intoxican o nos impiden nuestro avance personal.
Si nos hemos dispuesto y hemos decretado que queremos e intentaremos sanar nuestra vida y la manera de relacionarnos, necesitamos tener en cuenta que una parte importantísima de este proceso, estará relacionada con el soltar, con el alivianar nuestra mochila emocional, con tamizar muy bien y con mucha sinceridad y conciencia nuestras relaciones y vínculos actuales.
Otro aspecto que necesitamos soltar es la tendencia al pensamiento catastrófico y controlador. Soltar ese impulso por tener todo bajo nuestra visibilidad no solo nos suma espontaneidad, creatividad y sorpresa, sino que además nos permite ganar flexibilidad y energía que podremos usar para otra tarea o proyecto. El intentar abarcar todo al mismo tiempo nos empobrece la experiencia y nos consume demasiada potencia y energía personal que no garantiza al 100% un resultado eficiente.
Para sanar nuestro mundo emocional, físico y mental, necesitamos también dejar ir el apego al pasado, a lo que no fue o a lo que nos salió mal. Deshacernos de emociones como la culpa, el resentimiento, el victimismo, la autocompasión o la tendencia a repetirnos mentalmente los errores, nos dispone en el presente para vivir mejor ahora mismo. No ayer y no mañana.
Pero, sobre todas las cosas, para comenzar a sanar nuestra vida necesitamos dejar ir y soltar desde el corazón cualquier comportamiento o pensamiento que atente contra nuestras propias necesidades, dejar ir la tendencia a exigirnos perfección, a no darnos tiempo, amor, naturaleza, innovación, a no permitirnos cambiar o a no poder perdonar y perdonarnos.
Dejar ir, también, la arrogancia que nos aleja y nos disocia de los demás, desatar las cadenas que nos amarran a una relación que nos empobrece, soltarnos de esa tonta creencia que nos dice que siempre tenemos que poner una sonrisa simplemente para evitar conflicto o para asegurarnos de encajar socialmente. El amor empieza acá y a tu alrededor porque la felicidad es una consecuencia de cada pequeña decisión y acción que emprendas hoy.