Un hogar desordenado y abarrotado de objetos, contribuye a generar un estado interno en el mismo nivel. Dedicar tiempo diario a poner en orden y limpieza tus ambientes y tus sectores de trabajo, te benefician positivamente aportando calma, serenidad visual, organización e higiene de energía.
Ingresar en ambientes luminosos, con espacio y cierto orden entre una cosa y otra, nos aporta un mayor balance y una amplia visión para desplazarnos o tomar aquello que queramos. Se trata de una impresión, una sensación al entrar en contacto con el entorno.
Nuestra energía se contagia porque percibe y se conecta con aquello que nos está rodeando. Entonces, un hogar o un ambiente que nos recibe con ropa hasta en el techo, no nos suma precisamente una energía de claridad, ni de foco, ni de bienestar. Cuando te sientas desordenado por dentro, abarrotado de pensamientos circulares y con falta de control, probá dedicar un momento a mejorar el estado del ambiente en el que estás.
He comprobado que mi energía, mis emociones y mi mente se estabilizan cuando me enfoco en ordenar y embellecer el afuera. Limpiar, depurar objetos que no usamos, mover de lugar el mobiliario y encontrar un orden mucho más óptimo, provoca efectos similares en el interior de nosotros mismos.
Habitemos espacios que promuevan lo que buscamos sentir. Comprometámonos a cultivar un mejor lugar, porque cuando nosotros cuidamos de los ambientes, los ambientes nos cuidan agasajándonos con oxígeno, belleza y salud.