¿Cuántas veces caminamos en piloto automático sin, realmente, ver? ¿Cuándo fue la última vez que le prestaste atención al camino que hacés todos los días? Hoy queremos hablar, sentir y captar detalles.
Volvé a observar, déjate percibir, abrí el corazón y las manos para abrazar bellezas y bondades que sucedan a tu alrededor.
No te pierdas del mundo, no te olvides de estar ahí, justito ahora. Precisamente así. Dejá que lleguen los mensajes, que la vida te cante su canción de hoy. Bajá la guardia y alegrate con la magia de un árbol que floreció en la esquina y no te habías percatado.
Volvé a notar, tomando registro de la generosidad, de la luz del sol, de los pájaros despertándote en la mañana. Dejate mirar, abrazar, dejate reír con todo el cuerpo y la cara bien arrugadita.
Escuchá desde tu cuerpo (Que él te avisa todo) y avanzá con intuición para que cada paso sea lo más alineado que puedas, lo más afín a tu corazón. Lo más libre que te dejen las alas.
No te pierdas del mundo, yéndote a otro tiempo, a otro espacio que no sea el que podés habitar, recorrer, “hermosear”, transformar. No estés siempre en mañana, que esto no es un simulacro.
¡Hacé las paces (Profundas) con el pasado y (Mucho) el amor con el presente!
No te alejes tanto de lo que soñabas ser cuando eras chica ni te vayas tan lejos de lo que, últimamente, te estuvo inspirando. No te olvides de acordarte que el corazón del mundo está en los detalles que sepas captar.