Abrirnos emocionalmente es un acto de valentía absoluta, y es muy seductor también, aunque no lo creas.
Hace años que Brené Brown, profesora y escritora de la Universidad de Houston, viene investigando sobre vulnerabilidad, vergüenza y coraje.
Ella ha ido descubriendo que al abrazar nuestra vulnerabilidad podemos abrirnos a nuevas experiencias y a relaciones personales más profundas.
Ser vulnerables nos posibilita tener el coraje de expresar nuestros sentimientos a una nueva pareja, o de planificar un embarazo luego de una perdida, o de contarle a la gente que te despidieron del trabajo. Y todo esto supone verdaderos actos de coraje y amor.
Como resultado afirma que la vulnerabilidad nos ayuda a ser mejores padres, parejas, líderes y nos posibilita tener una mejor vida. En realidad la meta que propone es que “vivamos la vulnerabilidad” y nos animemos a dejar de lado el perfeccionismo. Que aprendamos a cometer errores, a abrirnos a los demás, a lanzarnos sin saber si hay red. Justamente de eso se trata ser valiente, de hacer algo sin saber cómo va a resultar.
A medida que vamos pasando por distintas experiencias en nuestra vida nos vamos dando cuenta que una de las mayores necesidades humanas tiene que ver con la calidad de vínculo que logramos con los demás.
Para conectar realmente con otras personas, la vulnerabilidad puede ser nuestro mejor recurso. Tratar de mostrarnos perfectos, nos aleja de los demás. Ser vulnerables es el camino hacia una unión más genuina y humana.
Brown, en su investigación, pudo entrevistar a miles de personas con el objetivo de conocer en profundidad cómo funcionan nuestros mecanismos de la vergüenza, el miedo y la vulnerabilidad. Descubrió que es imperioso ser personas más curiosas y empáticas si queremos llegar a los demás y también si anhelamos una mayor conexión con nosotros mismos. No se trata de ser un buen líder en tu trabajo solamente, sino por sobretodo de ser un líder con vos mismo, de liderar tu vida, teniendo el coraje de mostrarte y presentarte con tu mejor actitud, una y otra vez, hacia vos mismo.
En sus investigaciones el nivel de coraje de una persona se mide analizando justamente cuán vulnerable está dispuesto a ser, y contrario a sentir vergüenza o pena por mostrar nuestro lado más débil, debemos entender que estamos siendo muy valientes y originales.
En su charla, Brown invita a su audiencia a recordar esa última vez en que fueron valientes, y les pregunta si se sintieron totalmente seguros al lanzarse al vacío o se sintieron tremendamente vulnerables.
Explica con mucha honestidad, que somos realmente vulnerables cuando nos mostramos y apostamos a algo sin tener seguridad en el resultado. Ese es el punto que marca la diferencia. Esa valentía para dar un paso al frente sin saber si va a salir bien o mal. Ese coraje para hacer ese llamado tan temido, para decir eso que nos cuesta verbalizar o para pedir aquello que tanto necesitamos. Al aceptar que no podemos controlar el desenlace de la mayoría de las situaciones a las que nos exponemos, tendremos como recompensa un mayor monto de creatividad e innovación. Si no estás dispuesto a fallar, no podrás innovar afirma Brown en su último libro.
En conclusión, para entender en concreto qué es esto de vivir nuestra vulnerabilidad, acá les comparto algunas de las formas en que las personas vulnerables encaran su vida:
– La gente vulnerable se anima a probar nuevas experiencias
– Son amorosas consigo mismas, con sus aciertos y sus errores
– Suelen aceptar que la vida tiene cosas buenas y malas, que ambas son la cara de la misma moneda y se atreven a dejar entrar esas diferentes emociones en sus vidas
– Valoran la intimidad como eje para las relaciones personales sanas y auténticas
En definitiva, ser humano es aceptar que somos seres totalmente vulnerables y eso es lo que nos hace tan únicos y necesarios en esta aventura que llamamos vida.