Si sentís ganas de comenzar a Meditar pero encontrás dificultades para aquietarte y conectar con la práctica, hoy te contamos algunas claves que te ayudarán a lograrlo y te brindarán otra perspectiva de esta técnica:
Por más difícil que nos parezca, en un principio, en realidad se trata de una práctica simple y efectiva que necesita, básicamente, de algunas actitudes nuestras para lograrse con efectividad: Entrenarnos en respirar en forma consciente, entrenarnos en volver al cuerpo, entrenarnos en seleccionar los pensamientos y en mantenernos enfocados sin dividir nuestra atención.
Cuando te sientas frustrado en mitad de la práctica, recordá esta simple verdad: Meditar es una forma de escuchar. En una primera instancia, lo que vas a escuchar son tus pensamientos. Y no precisamente los más elevados, sino aquellos que tenemos más presentes (Las listas pendientes, las etiquetas que nos ponemos cada diez minutos, lo que tendríamos que haber dicho en tal o cual situación).
Pero con la práctica y con los días, vas a escuchar mucho más allá, vas a empezar a escucharte a vos. Ideas más limpias, certezas, intuiciones. Y un poco más entrenada, simplemente, vas a escuchar y vas a honrar (Y valorar mucho) tu silencio. Porque lograste relajarte, serenar el ritmo de tu cuerpo y tu cabeza te está haciendo caso y ahora es ella quien te sigue a vos.
Pero, además, vas a escuchar tus necesidades, esas que son de verdad, casi instintivas y no producto de alguna tendencia o marca que te inspira. Vas a poder ajustar tu rutina teniéndote más en cuenta y siendo más sincera con vos misma. Vas a alinearte con tu energía.
Tratemos de sacar de nuestra mente esos cartelitos luminosos que nos dicen que meditar es difícil, que no es para todos, que se necesitan años, que en la ciudad hay mucho ruido y que no tenemos tiempo. Si no encontramos diez minutos del día para nosotros mismos, algo debemos estar organizando mal o somos los reyes de las excusas.
Si sentís ganas de hacerlo, entonces concedetelo creando la realidad para que eso pase. Nadie nos viene a regalar un tiempo, somos nosotros quienes necesitamos hacérnoslo y dedicárnoslo. Y, además, como Meditar nos enseña a escucharnos mejor, hasta optimizaremos nuestra capacidad de brindarle atención plena a otros y sanaremos relaciones.
Meditar es escuchar, es respirar, es estar presentes. Y lo que implica para lograrlo, son las mismas actitudes que favorecen el resto de nuestra vida: Enfocarnos, concentrarnos en la realidad que deseamos, permitir que las señales lleguen y aquietarnos para preservar y regenerar nuestra energía interior.
Te invito a sentarte diez minutos en silencio, con la espalda recta y una posición que te permita relajarte sin estar caído. Respirá profundo y escuchá. ¿Qué te dice tu hoy tu corazón?