Así como los mantras transforman nuestra energía y el estado en nuestra mente, trabajar con afirmaciones puede ser súper terapéutico y productivo. A través de ciertas frases podemos activar una nueva consciencia en nosotros y darnos el coraje para realizar cambios profundos en nuestra vida.
Siempre intento escribirte desde lo que voy viviendo y registrando en mí misma y a mí alrededor. Este último tiempo tuve la oportunidad de ver algo muy claramente que, para bien o para mal, me llevó a comprender que por mucho que me esfuerce y me enfoque no puedo hacer feliz a alguien que no se deja serlo. No puedo cambiarle el día a alguien que no está interesado en salir de una modalidad pesimista. No puedo hacer sonreír a alguien que eligió vivir en la tristeza.
Del mismo modo, pasa en sentido contrario. Existen personas que nos demandan constantemente nuestra atención, nuestra responsabilidad y pareciera que, inconscientemente, nos trasladan a nosotros y a nuestra presencia su propia felicidad, su armonía y hasta su salud. Seguramente te habrá pasado que vivencias algunas relaciones que intentan que vivas bajo su modalidad, su pensamiento, sus costumbres y te obligan (Al menos, lo intentan) a acompañarlos en situaciones que jamás elegirías por vos mismo.
Es importante que recordemos cuán sanador es no contaminar, no forzar, no manipular los vínculos. Si nuestra felicidad y alegría depende únicamente de la presencia o la entrega de alguien más (sea tu hijo, tu madre, tu pareja, tu hermano, tu amigo) vas a estar reduciendo tu vida en un montón de aspectos, vas a perderte oportunidades y, por sobre todas las cosas, vas a limitarlo al otro.
Quiero compartirte, entonces, una afirmación eficiente y verdaderamente transformadora cuando la dejamos ingresar a nuestro cuerpo, recibiendo su energía desde la mente, las células, los huesos, el alma.
“No soy responsable de tu felicidad”
Afirmala desde adentro y en voz alta. Repetítela a diario, meditá en ella, sentila con todo tu ser, porque más que decírsela a quien nos demanda, mucho mucho mucho más es que tenemos que repetírnosla a nosotros mismos. Nivelemos la entrega, honremos lo que verdaderamente deseamos y necesitamos para vivir mejor. Seamos sinceros y valientes para establecer límites saludables que enriquezcan las relaciones.
“No soy responsable de tu felicidad”
Soy responsable de intentar vivir en afinidad entre lo que creo, lo que doy, lo que hago, lo que siento y lo que sueño. Y si lo logro, de alguna manera, una ínfima parte del mundo se estará sanando, se estará embelleciendo.