Así como expresarnos y comunicarnos es importante y sanador, su opuesto complementario también lo es: Estar en silencio y practicar la contemplación ayuda a detectar síntomas y bloqueos, permite aquietar la mente del ruido y la interferencia y facilita el retorno a la armonía.
Sentarte a mirar, sentarte a respirar: Muchas veces las respuestas o mensajes que estamos esperando no nos llegan, simplemente, porque no estamos escuchando o porque hay demasiada interferencia mental.
Cada vez que nos calmamos, respiramos y conectamos con el presente, estamos limpiando los canales y serenando la vibración que vive dentro y alrededor nuestro. Aquietar la mente, respirar más conscientes y practicar la observación nos permite recuperar energía, aclarar pensamientos, relajar los músculos y recibir señales.
Simplemente Ser: No pensar, no hablar, solo estar ahí, justamente ahora y precisamente así. Ser y estar sin hacer nada más que eso. Elegí una postura y un espacio que te guste y buscá aquietarte internamente. Si te resulta más fácil, podés elegir concentrarte en una imagen de algún lugar o paisaje que te relajen y disfrutes mucho. Visualizate ahí respirando y observando. Conectá con la energía interna de tu cuerpo.
¿Cuánto hace que no te permitís frenar? ¿Cuándo fue la última vez que te sentaste a contemplar y respirar la vida? Probá realizarlo, al menos, una o dos veces por semana, y descubrí los beneficios y la Medicina del silencio y la respiración consciente.