Cuando atravesamos períodos en los cuales carecemos de amor propio y nos sentimos como si no valiéramos nada o donde todo lo que hacemos, creemos hacerlo mal, nuestro cuerpo físico sufre las consecuencias. Hoy te contamos por qué:

Tener aminorada nuestra autoestima, produce que no nos cuidemos, que nos alimentemos mal, que tengamos poca vitalidad y, en consecuencia, pocas posibilidades de ejercitarnos o conectarnos con aquello que nos hace bien.

Una persona con la auto valía herida, atrae situaciones que vibran de la misma forma, es decir, relaciones que la desvalorizan, empleos mal pagos, vínculos que drenan gran cantidad de tiempo y energía. De esta manera, comenzamos a acumular pensamientos y emociones negativas porque, obviamente, nos sentimos disconformes e incómodas en todos los ámbitos de nuestra vida.

Y, como ya sabemos, lo que pensamos y lo que sentimos comienza a cristalizarse en nuestro organismo generando diferentes bloqueos, que luego se convierten en síntomas que, si no son tratados, desembocan en enfermedades que, tienen la finalidad, de mostrarnos que hay un desorden, un desequilibrio en nuestra vida personal. La enfermedad, entonces, es una manera de curarnos.

No confiar en uno mismo es la peor traición que podemos hacernos, es un veneno que necesitamos erradicar, purificar, no dejar entrar.

Qué te hace sentir que vos no podés lograrlo? Cuándo te olvidaste de que tenés dones que compartir y dificultades a superar? Por qué te convenciste o te dejaste convencer de que sólo te merecías las migas de la vida?

Salí a conquistarla con el corazón abierto, con sueños valientes, con humildad para aprender y permitirte cambiar, cuando haga falta. Pedite perdón por no tratarte bien y hoy  mismo, transformá tu relación más importante: La tuya con tu propio camino.

Tu cuerpo te lo va a agradecer.