Cambiá los caminos. Un hábito muy pequeño y fácil de aplicar en evitar tomar todos los días los mismos recorridos. Por ejemplo, si de tu casa a la parada de colectivo hay 5 cuadras, intentá variar las calles por las que caminás cada día. Esto hará que tu cuerpo “no vaya solo”, sino que uses el cerebro para planificar una nueva forma de llenar.

No typing. Aunque los dispositivos electrónicos nos faciliten la tarea,  escribir a mano nos ayuda a aprender y retener información de manera más eficaz. Esto se debe a que el sistema de filtrado de nuestro cerebro (RAS) procesa en lo que estamos activamente enfocándonos y permite que el cerebro sepa que es momento de prestar atención.

Retené números. Intentar memorizar una serie de números (pueden ser de teléfono) es un ejercicio de gran ayuda para mantener la mente en forma. Los que crecimos sin celulares durante nuestra infancia, podemos notar la diferencia con este divertido ejemplo: de niños éramos capaces de acordarnos teléfonos y cumpleaños de todos nuestros compañeros del grado, pero hoy en día, ¿cuántos sabés sin ayuda de la tecnología?

Recuperá el juego (de ingenio).  Armar rompecabezas  y/o realizar pasatiempos como sudoku, sopas de letras, crucigramas, laberintos, etc. ayudan a mejorar la visión espacial, mejoran la memoria y la capacidad de atención. Pasá por la juguetería o por un quiosco de revistas y divertite entrenando.

Are you ready? Aprender nuevos idiomas no solo permite ejercitar el cerebro, sino también ayuda a prevenir enfermedades degenerativas como el Alzheimer o la demencia.

Comprensión de texto. Leer un párrafo de un libro e intentar resumirlo y anotar las ideas principales del texto, ayuda a organizar ideas en la cabeza. Además, si te cuesta enfocarte, es un buena manera de poner atención.

Además del paso del tiempo, el estilo de vida y los hábitos alimenticios influyen directamente en nuestra salud mental. ¿Qué jugo vas a incorporar para poner tu cerebro en forma?