Muchas veces cuando nos preguntan si lo que hacemos es lo que realmente queremos hacer podemos sentir una gran incomodidad. No siempre es necesario cuestionarnos si necesitamos cambiar algo, porque tal vez estamos cómodos con quién somos o con lo que estamos haciendo. La realidad es que esta pregunta no es para todos.
Sin embargo, resulta que estos últimos tiempos, muchos de nosotros nos estamos dando la oportunidad de hacernos esta pregunta: Qué quiero hacer realmente en mi vida?
Es un regalo de estos tiempos, que nos permitamos la duda, la reflexión, el volver a empezar.
En este sentido, nuestros padres y abuelos no tuvieron oportunidad de hacerse estos cuestionamientos. Ellos simplemente se dedicaron a lo que consideraron necesario para su progreso y su subsistencia.
Hoy, además de la cuestión económica, las personas nos permitimos pensar en cómo nos sentimos, qué necesitamos aprender, qué experiencias queremos que formen parte de nuestro día a día y en eso vamos poniendo nuestra intención y energía.
Hacernos estas preguntas nunca es fácil. Nos coloca en una sensación de incertidumbre y duda. Además nos enfrentamos a la realidad de que no tenemos todas las herramientas necesarias para saber encontrar dentro nuestro eso que estamos buscando.
Otra cuestión es que no nos enseñaron este tipo de habilidades en la escuela, ni en casa. Hoy el desafío es aprender a conocernos, a escucharnos, aprender a entender que es eso que necesitamos, y sobretodo encontrar qué es eso que vinimos a hacer a este mundo.
De acuerdo al filósofo británico Isaiah Berlin, hay dos clases de libertad: Liberad Negativa y Libertad Positiva.
La negativa tiene que ver con la libertad de no hacer nada. Es cuando no tenemos obligaciones, cuando nos sobra el tiempo, cuando no tenemos presión alguna. Y hacemos lo que nos dictan las ganas del momento.
La Libertad Positiva tiene que ver con el desarrollo personal. Es cuando te dedicas a hacer algo que realmente queres hacer. Es cuando sentís que tenés la libertad de definir qué hacer y dispones de todo lo necesario para hacerlo: tiempo, energía, coraje.
Entonces, la pregunta sería: Qué necesitas en tu vida, más libertad negativa o más libertad positiva?
Apuntando alto
Una pregunta que nos hacemos muy seguidos es, como sé que lo que estoy haciendo es lo que quiero hacer? O, si no hago esto, qué voy a poder hacer?
Una excelente manera de reflexionar acerca de estas cuestiones es preguntarnos si estas tareas a las que nos dedicamos “nos dan” o “nos quitan” energía. Si nos dan energía, ahí es donde nuestro ser debe estar. Si nos quitan energía es porque nuestro ser está haciendo un esfuerzo de sobreadaptación para cumplir con lo que se le pide. No es su naturaleza, no se siente en su elemento, y eso lo sentimos como una presión y una gran falta de libertad.
Otra gran pregunta que nos podemos hacer es, qué haríamos si no tuviéramos límites? Qué haríamos si no tuviéramos miedo? Qué haríamos si no tuviéramos nada que perder?
Un buen ejercicio es tomarnos un tiempo para reflexionar y escribir acerca de qué nos gustaría hacer si no tuviéramos limitaciones de dinero ni de tiempo?
Para ejecutar este ejercicio lo ideal sería dejar de lado categorías como nuestra edad, o nuestro estado civil, o la zona en la que vivimos o el qué dirán los demás, o nuestra formación académica. Si pudiéramos dejar todos esos condicionantes de lado, qué sería eso que quisiéramos hacer en nuestra vida?
La idea es que nos demos la oportunidad de soñar en grande. A veces esos sueños tienen que ver con ayudar a los demás o convertirnos en grandes referentes en nuestra comunidad, o cumplir ese sueño que tenemos desde niños. Si esos sueños parecen demasiado grandes o inalcanzables, podemos tomarlos como una metáfora. Podemos preguntarnos qué hay detrás de este sueño? cuál es mi verdadero deseo, qué es lo que quiero resolver realmente al cumplir este sueño?
Al hacernos estas preguntas vamos a obtener pistas para acercarnos a nuestros deseos más genuinos. Por ejemplo, será que quiero ayudar a los demás porque necesito pagar culpas que siento desde hace tiempo? Será que quiero ser un referente en mi comunidad porque necesito sentirme importante? Será que quiero poner un restaurante para no sentirme solo?
Tratando de encontrar las respuestas a todas estas preguntas vamos a tener las pistas para conectar con lo que realmente nos mueve a hacer las cosas que hacemos.
La solución vendrá cuando sepamos elegir algo que responda al verdadero deseo detrás de nuestro sueño.
Por eso debemos conectar con aquello que tenemos guardado en nuestras profundidades, y aunque pasen los años no logramos acallar. Eso que tratamos de mantener a un costado, porque estamos muy ocupados cumpliendo con lo que se espera de nosotros. Ahí está la punta del ovillo para acercarnos a nuestro propósito.
Muchas veces no nos atrevemos a soñar porque no queremos enfrentarnos a la frustración de no lograr ese sueño. Cuando éramos niños soñábamos en grande, pedíamos los más delirantes deseos y creíamos que todo era posible.
Al crecer, nos dimos cuenta que algunos deseos se cumplen y otros no. Esto nos puso en la posición de creer que mejor es no desear nada para no desilusionarnos luego. De esta manera empezamos a enfocar nuestra energía en cosas más seguras, más probables, menos arriesgadas, aunque estas cosas, no nos generen ningún tipo de pasión.
Otra manera de conectar con todo eso que tenemos adentro es preguntarnos cuáles son nuestros intereses. Qué es aquello que realmente nos importa por encima de todo lo demás?
A veces ese deseo que está detrás de nuestro sueño no proviene de cuestiones positivas sino, al contrario, puede tener su origen en algo doloroso o negativo que atravesamos en nuestra vida. En nuestro afán por sanar ese dolor encontramos en ciertas actividades la posibilidad de evitar ese dolor a otros, o de ayudarlos a transitarlo de la mejor manera. Sea cual sea el origen, tendrá la misma validez si proviene de algo auténtico y honesto.
Una manera más sencilla de indagar en nosotros mismos y descubrir qué es lo que queremos, es armar una lista con esas cosas que no podemos dejar de hacer, esas cosas que nos salen fácilmente y que nos llenan de energía. Por ejemplo, qué te ofreces a hacer cuando llega un cumpleaños familiar? Sos la encargada de hacer la torta? Sos el que edita un video de fotos? Sos la que manda las invitaciones? Sos el que prepara la comida? Sos el líder que organiza todo? Analizando qué papel jugas en cada una de las situaciones que te cruzas en lo cotidiano podes descubrir cuáles son tus fortalezas.
Es muy constructivo observar a conciencia estas fortalezas que poseemos, y el truco será no darlas por sentado ni creer que cualquiera podría hacerlo, si no por el contrario, valorar que son algo especial y no todos pueden tener.
Es justamente a través de estos dones y talentos que vamos conectando con nuestra verdadera misión. El secreto será entonces darles lugar en nuestra vida, y así ir acercándonos casa vez más a nuestros gustos y deseos.
Por último, algo que nos ayudará a elegir con más libertad será entender que se tratará de una elección para el momento presente, y que siempre podremos cambiar de idea si así lo deseamos.