En Yoga las posturas o asanas de equilibrio, tienen muchos más beneficios de los que, a primera vista, nos pueden parecer. No solo armonizan nuestra parte externa y física, sino que trabajan directamente con nuestra moderación interna ayudándonos a regular extremos emocionales y a empoderar nuestro balance personal:

Al igual que en la vida, las posturas de equilibrio como el árbol y el danzarín, entre otras, nos recuerdan que para mantener nuestra armonía personal tenemos que tener en cuenta los siguientes aspectos:

La estabilidad: Para armar una buena postura de equilibrio, necesitamos ubicar y afirmar muy bien nuestros pies. Sentir el sostén de la tierra y fijar nuestro enraizamiento. Lo mismo pasa en la vida. Alcanzar estabilidad personal es lo que nos permite (Siempre recordando que debe complementarse con la fluidez) alcanzar nuestra valía y nuestra concreción de metas y objetivos.

La concentración: La segunda parte y una de los más importantes, cuando aprendemos posturas de equilibrio, es seleccionar un punto fijo por delante nuestro sobre el cual nos concentraremos con la mirada para enfocar la energía sin dispersarla y ayudarnos a armar una mejor postura. En tu vida personal, afirmar tu propósito y tu meta es lo que te mantiene sin dispersarte avanzando hacia tu proyecto. El Dr. Bach (creador del Sistema floral que lleva su mismo nombre) decía que las Metas son las que salvan la vida del hombre. Porque lo mantienen motivado, con intención y con entusiasmo para seguir.

Nivelarnos: Otra de los aspectos primordiales a la hora de practicar posturas de equilibrio es el repartir el peso del cuerpo. Nivelar el organismo sin caernos hacia ninguno de los lados. Esto permite que la postura se arme justa, equilibrada y esbelta. En nuestra vida personal, hemos comprobado varias veces que los extremos no nos llevan a nada positivo, los fanatismos, los dogmas y toda clase de rigidez o polaridad excesiva, nos provoca pérdida de centro, bloqueo de la expresión natural y angustia o estrés.