¿Alguna vez te encontraste completamente focalizada en lo negativo, en lo que te falta, en todo eso que interfiere con tu felicidad? ¿Por qué será que nos dejamos atrapar por el pesimismo con tanta facilidad?
Preguntarnos y respondernos nos ayuda a poner en palabras, ciertas emociones o sensaciones que, quizás, no habíamos registrado en nosotras mismas. La clave, siempre, es responder con máxima sinceridad.
- ¿Cuáles son tus frases frecuentes?
- ¿Qué temáticas dialogás y registrás habitualmente en tu conversación con los demás?
- Si te escucharas desde afuera, ¿Te gustaría acercarte? ¿?Te hablarías?? ¿Te parecerías interesante, positiva, inspiradora? O ¿Monotemática, quejosa, pesimista?
- ¿Hablás más de lo que te gusta y te hace bien o de lo que te asusta, te enoja y te pone nerviosa?
Identificar esas temáticas que nos circundan constantemente y que nosotros activamos en las conversaciones diarias, es una forma de tomar conciencia de cómo estamos vibrando, de qué asuntos nos preocupan a diario y revisar si se nos han hecho una costumbre o, verdaderamente, son temas a resolver.
Hacer el ejercicio de decir lo bueno:
Por todo el día de hoy, intentá concentrarte en lo bueno y compartir pequeños detalles, experiencias, observaciones o sentimientos que vivencies durante esta jornada. No es para volvernos negadores o extremistas, sino para revisar que nuestra mirada sea equilibrada frente a lo que nos rodea. No todo puede ser tan malo. Siempre hay algo hermoso para rescatar, por más ínfimo que sea, está ahí esperando ser captado por vos.
Terminá este ejercicio, antes de dormir, elaborando una lista de esos gestos, palabras o una pequeña situación hermosa que hayas podido encontrar. Digamos también lo bueno, lo luminoso. Sonriámosle al mundo detectando bellezas.