Una de las series más reconocidas de Yoga es la práctica del Saludo al Sol. Se trata de una cadena de movimientos dinámicos y enlazados que se realizan durante la mañana para dar comienzo al día y recibir toda la gran Energía del Universo. Esta práctica conlleva una gran cantidad de beneficios para nuestra vida y hoy te contamos cuáles son:
Más allá de que puedes realizar tu serie en cualquier momento, desde la antigüedad, el Saludo al sol se utiliza específicamente para recibir y honrar la energía, el calor y la vitalidad que nos proporciona la nueva mañana con la llegada del Sol.
Físicamente le damos la bienvenida a la nueva jornada y, mental y emocionalmente, nos disponemos a tomar esa energía, a distribuirla por nuestro cuerpo y a comenzar la mañana en completa alineación y salud.
Al constar de movimientos dinámicos, aumentamos nuestra resistencia física y mejoramos el sistema inmunológico de nuestro cuerpo. Nos proporciona estiramiento y fortalece nuestras articulaciones al irrigarlas con mayor intensidad.
Esta práctica regula, además, el funcionamiento de nuestras glándulas como, por ejemplo, las Tiroides y favorece nuestro sistema circulatorio. Por otro lado, también nos permite ganar fuerza y aumentar la vitalidad.
Emocionalmente, nos provee una actitud mucho más entusiasta y positiva y nos hace sentir fuertes y capaces de afrontar el día con una mejor disposición personal.
El Saludo al Sol nos permite, también, retomar el control consciente de nuestro cuerpo y evaluar en qué áreas debemos realizar ajustes o mejoras para fortalecer la salud. Al estar en movimiento constante, tomamos registro de nuestro cuerpo a través de una respiración coordinada y alineada con cada fase de la serie.
Realiza tu Saludo al Sol por las mañanas, intentando comenzar, al menos, con cinco repeticiones para poder ir elevando la cantidad gradualmente, hasta que encuentres tu frecuencia y tu ritmo personal. Recuerda que Yoga trabaja, siempre, armonizando mente, cuerpo y espíritu y que se trata de volver a nuestro centro para movernos como lo que, verdaderamente, somos: Una sagrada Unidad.