Hace frío. Tengo calor. Odio que llueva. Me aburro. No quiero trabajar. No soporto a mi jefe. Me duele la cabeza. Estoy cansada. Mi computadora es una basura. El tránsito. La rutina. El encierro. Mucha gente. Qué lento. Qué caro. Qué feo. Qué sucio.
Desde que soy chiquita siempre la escuché decir a mamá “la queja, aleja”. Recién de más grande me dí cuenta porqué. La queja nos aleja de un estado de armonía y paz interior, de lindas posibilidades, de la gente que queremos. Cada vez que manifestamos una queja enfocamos la atención en el problema o en un aspecto negativo de la vida perdiéndonos de todo lo demás y generandonos un estado de malestar.
De todas maneras, para bien o para mal la queja y la crítica son partes habituales de toda conversación. Incluso muchas veces pueden ser una forma de conectarnos y acercarnos. No solo nos quejamos continuamente, sino que lo hacemos de forma inconsciente. Y lo más peligroso es que las quejas son contagiosas: al lamentarnos esparcimos esa negatividad a los demás y cuando estamos con alguien que se queja mucho nuestro estado de ánimo se contamina y nos lleva a quejarnos también.
Campaña anti-queja
Bajo el título Un mundo sin quejas, Will Bowen, un pastor de Kansas City, Estados Unidos, le propuso en 2006 a la gente de su comunidad “El reto de los 21 días” para eliminar la queja como forma habitual de comunicación. La invitación era resistir 21 días sin quejarse – el tiempo que los expertos aseguran que se necesita para que el cerebro y el cuerpo asuman el cambio y algo se convierta en hábito – tratando de centrarse en aquello que gusta, en lugar de lo que no, para ser más felices.
Los participantes debían colocarse una pulsera morada y aguantar 21 días sin lamentarse en voz alta ni una sola vez. Si durante ese tiempo se quejaban, debían pasarse la pulsera de muñeca y comenzar el desafío de cero.
El éxito de la propuesta fue tal que se propagó rápidamente por todo el mundo y hoy ya son 11 millones de personas quienes lo probaron, según un registro del sitio oficial de Bowen. Sin embargo, no quejarse no es nada fácil. A los participantes les tomó un promedio de 5 meses meses y medio superar el reto, lo que evidencia lo mucho que tenemos interiorizada la queja.
Beneficios de evitar la queja
- Al no exteriorizar las críticas y quejas, el cerebro está obligado a buscar nuevas soluciones o centrar la atención en otra cosa. La idea es que luego de tres semanas de abstinencia, dejamos de criticar y quejarnos mentalmente. El reto resultará entonces una forma de reeducar al cerebro y desarrollar una forma de comunicación más positiva y proactiva.
- Ayuda a tomar consciencia de la cantidad y del tipo de quejas y críticas que emitimos mecánicamente. Quienes lo han probado dicen que registraron un promedio de unas veinte quejas diarias.
- Centra la atención en lo que queremos en lugar de en lo que no nos gusta. El problema del lamento constante es que el cerebro se acostumbra considerar solo el lado negativo de las cosas o a emitir mensajes negativos; vibramos baja energía, lo que nos debilita y nos vuelve vulnerables ante conflictos, enfermedades y carencias. Por el contrario, como dice el Dr.Miguel Ruiz, cuando somos optimistas e impecables con nuestras palabras, nuestra energía está alta y aumenta nuestra autoestima, entusiasmo, mejores relaciones y menos dolores.
Mi propia experiencia
En mi primer intento de no quejarme, estuve 2 días y medio “limpia”, hasta que mis vecinos pusieron música a todo volúmen y no puede evitar algunos insultos. Cuando volví a intentarlo pasé una semana libre de lamentos en voz alta, super atenta a lo que decía pero registrando un montón de ruido mental. Caí sin darme cuenta cuando se me rompió un vaso. Ahora lo estoy intentando por séptima vez y voy a cumplir los 23 días sin quejas.
Mi conclusión es que no quejarse es muy difícil. Particularmente creo que no debemos renunciar 100% a nuestro derecho de opinar o manifestarnos, pero sí ajustar nuestras formas. Yo no era consciente de cuán seguido me quejaba hasta que intenté este ejercicio, y considero que una de las aristas más interesantes del reto es que pone en evidencia el tiempo y la energía que invertimos en criticar o quejarnos, y cómo al hacerlo estamos poniendo el foco en el problema en vez de en la solución.
Desafío detox de quejas
Esta semana, con la excusa de conectar con lado positivo de la vida, te propongo como #DesafioPositivo resistirte a las quejas y a las críticas. Te invito a pensar qué te hace lamentarte y qué hay verdaderamente detrás detrás de ello. Si no te sale en el primer intento, no importa, vuelve a empezar… ¡sin quejarte!
Algunos tips para comenzar:
- Las pulseras no son imprescindibles. Yo llevo la cuenta en un anotador. Algunos acuden a un anillo, una coleta de cabello o el celular. Utiliza lo que a ti más te ayude a observar tus palabras.
- Si lo piensas pero no lo dices en voz alta, no cuenta. Recuerda que se espera que el hábito esté incorporado a los 21 días.
- Define de ante mano qué es para ti la queja, ya que en la práctica puede que haya situaciones border. No es lo mismo decir: “Detesto este maldito tráfico”. A expresar: “Cómo me gustaría que haya menos tráfico”. Recuerda que, como dice Louise Hay, nuestras palabras crean nuestra realidad. Un ejercicio paralelo será empeza poner atención en la elección de palabras.
- El agradecimiento nos conecta con nuestra vibración más alta y resulta una buena herramienta para combatir el mencanismo de la queja.
- Si 21 dias sin lamentarse te parece mucho, un ejercicio del libro “Coaching personal” de Pam Richardson propone estar 24 horas sin quejas. Lo importante es que te animes y lo intentes.
¿Te sumas?