Ya llevamos cuatro días meditando y armonizando nuestra energía y hoy queremos proponerte una nueva instancia para, específicamente, sanar tu manera de relacionarte y abrirte a los demás. ¡Comencemos juntas!
Se me ha transmitido que, desde la zona del estómago o plexo solar, nacen los canales energéticos que nos conectan a los demás con quienes tenemos vínculos y relaciones compartidas. Por eso, cuando nos distanciamos o perdemos a alguien querido, solemos decir (Y sentir) que nos falta una parte nuestra: Ese hilo se ha quebrado.
Del mismo modo, existen relaciones que podemos vivir como un tanto drenantes de nuestra propia energía, como si la otra persona se “alimentara” de nuestra vitalidad y capacidad de acción. Son esos casos en donde, después de vernos, nos quedamos como muy cansados o agotados o con dolor de cabeza, sin saber muy bien cuál fue la razón.
Vamos a trabajar nuestra manera de vincularnos a través de una meditación acompañada de afirmaciones de intención. ¿Estás lista?
Ubicate de pie, con las piernas separadas a la altura del ancho de caderas, tus brazos al costado del cuerpo y los hombros relajados, pero firmes. Llevá la mirada hacia el frente y, cuando te hayas, enderezado, cerrá suavemente tus ojos. Sentí tus pies enraizados y sosteniéndote con seguridad y confianza.
Te voy a pedir que expandas el pecho y toda la zona del torso, visualizando como una energía color naranja o dorada, irradia desde allí hacia el exterior. Esta luz, que es energía, va recorriendo todo el frente de tu cuerpo y sellando cualquier fisura o herida que haya atravesado tu cuerpo y tu corazón. Trabaja, además, purificando y sanando viejos rencores, peleas, dolores y engaños que hayas podido experimentar o causarle a alguien más.
Ahora, visualizá cómo esta luz se vuelve más grande y envuelve la totalidad de tu cuerpo como si fuera una gran cápsula que te rodea y te refuerza con valor, presencia, autoestima y alegría.
Para dar un cierre a este ejercicio vas a pronunciar la siguiente afirmación concentrando tu atención y tu intención de plasmarla en tu realidad: “A partir de ahora, elijo y decreto relacionarme en forma sana y amorosa, dando y recibiendo en equilibrio, honrando mis dones y mis límites, al igual, que los dones y los límites de los demás. A partir de hoy, mis relaciones nutrirán positivamente mi vida y me desprendo de todo aquello que no me haga bien”.
Llevá tus manos a la zona de tu corazón para sellar la energía y finalizar esta práctica con suavidad. Lentamente, abrí los ojos y retomá tus actividades en forma natural.
¿Pudiste ver o sentir alguna relación en particular que necesites sanar?