Sí, ya sabemos que somos y podemos ser multi-funcionales, pero ¿Qué pasa cuando esto se nos vuelve en contra? ¿Qué pasa cuando nos damos cuenta de que no logramos profundizar ni conectar verdaderamente con nada de lo que hacemos, porque todo lo pactamos apurados y dividiendo nuestra energía?
Detenernos no puede ser tan malo: Hace días que no puedo parar de pensar en esto. No puede ser tan grave volver a hacer una cosa por vez, conectándonos verdaderamente, poniendo la consciencia y la atención en una sola cosa. No puede ser tan terrible que seamos capaces de disfrutar de hacer paso a paso, con presencia y vitalidad lo que nos vayamos proponiendo, en vez de usar una mano para responder correos, los ojos para espiar rápidamente y por arriba el diario, la mente para pensar en todo lo que nos falta y nuestros pies para moverse con la música que nos propone el lugar y que aunque nuestra mente no la capta, nuestro cuerpo sí.
¿No te pasa que, a veces, no tenés ni la más remota idea de cómo o en qué momento hiciste todo lo que hiciste? ¿Qué te das cuenta de que caminaste cinco cuadras sin siquiera mirar para cruzar? ¿A dónde estamos, cuando nos movemos tan rápidamente? ¿A dónde vamos si ni siquiera paramos a mirar el camino?
Dividir la atención, fragmenta la pasión: Esto es bien fácil de comprobar. Cuando hacemos treinta cosas en simultaneo (Sobre todo las mujeres), no logramos sentir a ninguna en profundidad, nos desconectamos del disfrute que nos daba hacerlas, nos perdemos de registrar los detalles o las magias que a veces nos rodean, nos ponemos en modalidad casi automática para lograr cumplir con todo. Ninguna pasión puede surgir de una atención completamente fragmentada, porque no llegamos a tocar el centro de las cosas, estamos demasiado apurados por llegar a la siguiente.
Entonces, re formulo la pregunta: ¿Que pasaría si solo por hoy, al menos por hoy, volviéramos a apasionarnos completamente por algo?