Conocerse a uno mismo es una decisión imprescindible para poder llevar adelante una vida con sentido y bienestar. Sin embargo, la mayoría de nosotros no hacemos lugar a este proceso en nuestro día día y terminamos viviendo en automático, actuando en forma inconsciente, tomando decisiones basadas en valores ajenos, y desaprovechando los mejores años de nuestras vidas.
Ahora bien, ¿Por qué nos cuesta tanto dedicar parte de nuestros objetivos cotidianos a trabajar en el autoconocimiento?
Mirar hacia adentro, vernos desnudos tal cual somos, nunca fue tarea fácil. Implica reconocer nuestras zonas oscuras, esas que tratamos de ocultar a los demás e incluso negamos a nosotros mismos.
Cuando no nos conocemos bien o no escuchamos lo que deseamos, es fácil caer en los mandatos que los demás o la sociedad nos imponen, y eso termina minando la posibilidad de encontrar nuestro autentico propósito de vida.
Carl Rogers ha sido un gran referente en autoconocimiento y desarrollo personal. Desde su enfoque humanista de la psicología propone que el individuo es un ser racional que puede y debe trabajar en el mayor conocimiento sobre sí mismo y en el porqué de sus reacciones. Rogers afirma que la máxima autoridad en nuestro destino somos nosotros mismos, y postula a la experiencia propia como la principal guía: “Ni la Biblia, ni los profetas, ni las revelaciones de Dios o de los hombres. Nada tiene prioridad sobre la experiencia directa” según sus propias palabras.
Para poder experimentar una vida más cercana a nuestro verdadero ser debemos iniciar primero un camino de “autoconocimiento”.
Este proceso puede llevarnos toda una vida, pero bien valdrá el recorrido.
Los valientes que deciden adentrarse en este camino van notando como sus pasos los guían hacia un estado de mayor consciencia y claridad.
Es así, como esto de conocernos a nosotros mismos vendría a ser el proceso de validación de nuestro ser interior. Se trata de comprendernos y aceptarnos tal como somos, y aplicar todo eso a cada una de las decisiones que tomaremos de ahora en adelante.
Para trabajar en nuestro desarrollo personal debemos saber reconocer nuestras limitaciones y también nuestras fortalezas. Todos hemos nacido con una gran variedad de virtudes, habilidades y capacidades innatas. Cuando logramos detectarlas podemos empezar a desarrollarlas, y traerlas hacia la superficie, ya que de nada nos sirve que sigan ocultas en las profundidades de nuestro ser.
El desafío será entonces, ir avanzando en esas capas que nos separan de nuestro núcleo interior, e ir accediendo a nuestra verdadera esencia, esa parte en la que podemos reconectar con todo nuestro potencial.
Así, este camino de autoconocimiento nos ayudará a comprender cómo funciona nuestra mente y a gestionar de forma efectiva nuestra manera de pensar. En este sentido, podremos cuestionar y superar las creencias limitantes y negativas que cargamos sobre nosotros mismos. Todo este proceso redundará en una mayor confianza en nuestras posibilidades y en un notable aumento de nuestra autoestima.
Otro punto que debemos tomar en cuenta es el aprendizaje del reconocimiento y manejo adecuado de nuestras emociones, ya que las mismas son uno de los recursos claves que necesitamos para trabajar en el autoconocimiento. Las emociones suelen ser el motor en la toma de decisiones ya que son una guía natural hacia nuestra sabiduría interna.
Esta nueva vida, más alineada a nuestro verdadero ser podrá ponerse en marcha si tomamos acción. Quedarnos en reflexiones y respuestas teóricas no nos llevará a ninguna parte. Aplicar todo lo aprendido junto con una buena dosis de autoaceptación serán las bases más firmes desde donde encarar el cambio. Reconocer lo que somos y valorarnos será el camino para mejorar, evolucionar y lograr así, dominar nuestro destino.