Estos días de cuarentena descubrimos nuevas formas de vincularnos, de relacionarnos con nuestros hijos, de trabajar, estudiar, alimentarnos, y de reconocer nuestras (no) necesidades materiales. Tantas cosas perdieron sentido. Tantas otras se resignificaron. Tantas sombras se levantaron del sillón donde dormían plácidamente. Tantas situaciones prometimos no dar más por sentadas. Nos movimos de lugar. Y seguramente pudimos ser más conscientes de nuestra vida.
¿Y ahora? ¿Cómo seguimos? Charlamos con Susana Maio Sasso, astróloga terapéutica, para que nos ayude a encontrar algunas respuestas en medio de tanta incertidumbre. No te pierdas la entrevista.
Susana, ¿Cuáles son las preguntas que podemos hacernos en este momento de cuarentena/pandemia?
Tal vez la pregunta que debamos hacernos a partir de ahora ya no sea sólo: “¿Qué nos viene a enseñar la cuarentena?”. Sino también: ¿Qué descubrimos estos días, de nosotros, de nuestro vínculos, de nuestras necesidades, de nuestros deseos, de aquello que considerábamos indispensable? Algo cambió. Se modificó nuestra percepción, tuvimos quiebres, revelaciones. Entonces: ¿Qué vínculos revelaron facetas incómodas? ¿Qué tapábamos bajo la alfombra del frenesí, de la excusa del no parar, de la necesidad de ser híper productivos? ¿Qué cosas dejé de hacer y no quiero volver a hacerlas? ¿A qué vieja normalidad ya no retornaría? ¿Qué he dejado de dar por sentado? ¿Qué me ayudó a soltar aquello que no me animaba?
Y también “Cómo vamos a cuidar lo que nos dimos cuenta que hace bien” ¿no?
Exacto. ¿Cómo vamos a cuidar, a sostener, a defender, aquel espacio personal ganado, aquel vacío necesario para lo nuevo, aquel tiempo que necesita aquel vínculo, aquel asunto para profundizar, aquel intervalo que es pausa necesaria, aquel cambio? Porque es ahí, desde donde necesitamos mirar para dar lugar a lo creativo, a lo nuevo.
¿Por qué creés que es así?
Porque tal vez esta cuarentena, que nos desorganizó las actividades que nos enmarcan desde el afuera (trabajos, colegios, carreras, vida social), también nos dejó de cara al contacto interno. Por supuesto que hay muchísimas pérdidas dolorosas, ausencias irremplazables, ganancias no obtenidas que nos dejan sin sustento diario, y esto nos lleva a temer por la propia supervivencia. Pero además puede haber otra cosa. Una oportunidad como en cada crisis, como en cada tormenta.
¿Qué oportunidad creés que podríamos encontrar en esta pandemia?
La oportunidad de dejar de tapar con ruidos de exigencias y mandatos, o de híper productividad, la necesidad de conectar con nosotros, con aquello que tiene valor, con nuestro poder personal y creativo. Hay dones que sólo se despiertan si nos acrisolamos, si atravesamos.
¿Y en lo colectivo?
Esta pandemia puede simbolizarse como un síntoma colectivo. Como tal, podemos ver en él una necesidad desoída. Así como individualmente invisibilizamos emociones porque alguien o algo nos dijo que no eran convenientes, así como creemos que nuestra vulnerabilidad es un tema para esconder, así como se excluye lo distinto, lo diferente, y todo eso aparece luego en nosotros como un síntoma de tanto acallar, esta pandemia representa un llamado de atención a nuestro cuerpo colectivo. A nuestro vínculo con el adentro y con lo social, con la sensibilidad y con la autoridad tanto interna como externa. Esta cuarentena es una expresión más de un momento celeste fuerte: parte del Climax Capricornio que habla de la caída de viejas estructuras de poder, estructuras cristalizadas, abusivas, que dejan afuera, que excluyen lo distinto. Mientras tanto, la relación con la autoridad interna y externa se redefine.
¿Y qué va a pasar con todo esto cuando la cuarentena se levante?
Seguramente si dentro de esta crisis hicimos descubrimientos, que aunque gatillados por la incomodidad resultaron beneficiosos (ya sea bajando las revoluciones, acercándonos a hábitos más amorosos, o poniendo atención en lo que comemos), después tendremos que sostenerlos, defenderlos, llevarlos al afuera para crear un espacio distinto. Pero es muy probable que en el afuera se nos pida “volver” a la velocidad, la híper-productividad, y por lo tanto a cierta desconexión.
Entonces ¿Cómo vamos a hacer para seguir preservando estos espacios?
Asumiendo maduramente que el cambio de hábitos muchas veces se sostiene con cierto tipo de incomodidad y voluntad que tiene que ver con ir más allá de lo inercial, de nuestras rigideces mentales, de romper viejos sistemas de creencias. A veces hay que ir contra corriente (las propias y ajenas), para sostener espacios que nos hacen bien.
¿Qué habilidad deberíamos desarrollar para sostener lo que descubrimos que nos hace bien?
Lo más importante es la presencia y la mirada interna, algo que nos posibilitó esta cuarentena. A veces vemos cosas maravillosas, y otras, cosas que no nos gustan pero que son la puerta de entrada a un proceso de transformación muy importante. Entonces, me parece que cualquiera sea el movimiento que nos haya acercado al contacto interno, se sostiene estando presentes. El mirar afuera activa mucho los cinco sentidos y por lo tanto es muy tentador, no solo porque deseamos objetos, sino porque nos perdemos en comparaciones, críticas, estándares ajenos. Y el adentro activa mucho la presencia interna, la propia brújula, y la conexión para tomar las decisiones menos ciegamente. Todo esto es seguir hablando del Climax Capricornio.
¿Y en cuanto a la híper-actividad e híper-productividad en la que estábamos inmersos?
Aunque muchos de nosotros deseemos salir del confinamiento, vibro que hay algo de la híper-productividad, de aquello que parece imposible no consumir, que no se puede parar, de aquello que tenemos que hacer porque el mandato así lo dispone, que necesariamente ya cambió, que se fue frenando desde la presencia interna.
¿Cómo vamos a hacer para no volver a lo mismo cuando “se nos abran las puertas”?
Siempre hago la analogía con aquello que pasa cuando aterriza un avión, y de repente todos queremos salir rápido. Me parece que hay algo del respeto, de la conciencia del todo, de empatía, para apelar. Hay que apelar a que un movimiento individual tiene una consecuencia en lo colectivo. Entonces, evitemos la escena del avión cuando las puertas se abran. No nos empujemos unos a otros para salir. Tratemos de hacerlo cuando se haya acomodado el pasillo. Y sino, preguntémonos: ¿A dónde queremos llegar antes de salir?
¿Cómo se vincula todo esto con las energías del cielo?
Pensemos que astrológicamente, los ejes de Cáncer–Capricornio con Nodo Norte en Cáncer, justamente nos hicieron trabajar los últimos 19 meses el sentido de hogar, la noción de casa, de nido, pusieron el foco en atender nuestras necesidades. Todo este proceso fue muy Cáncer-Capricornio con Nodo Norte en Cáncer (algo que duró hasta hace un mes y aún dura porque estamos en plena temporada de Eclipses que cierran ese eje), aunque hoy ya los Nodos estén en el eje Géminis-Sagitario, y hayamos tenido el primer eclipse de Nodo Sur en Sagitario. Entonces ahora, con este nuevo eje nodal, la propuesta es a trabajar en vínculo. Nos vamos a tener que mirar mucho en vínculo. Y vamos a tener que hacer un ejercicio profundo para que nuestras ideas y sistemas de creencias fijas que nos impiden aceptar las diferencias, sean soltados para promover integración. Va a ser tiempo de flexibilizar las ideas, la mente, las creencias, de aprender lo nuevo y de adaptarnos.
Nos encantó esta charla con Susana. La pueden seguir en su IG donde sube todos los días posteos muy lindos con las energías del momento, y también consultar por sus talleres vivenciales son line, y su Formación en Astrología Presencial y Online.