Dar lo mejor de nosotros mismos no tiene que ver con hacer el máximo esfuerzo, el aceptar todos los requerimientos y demandas de nuestro entorno, sino el descubrir cuáles son nuestros talentos y dones especiales para nutrirlos y compartirlos con nuestra comunidad.
No te quedes sin dar
Una de mis maestras, en un momento muy particular de mi camino, me hizo ver con mucha agudeza que la razón por la que me encontraba perdida y desnorteada (Como me gustaba llamarlo) era que (en palabras de ella) no estaba dando nada. Ya no se trataba de seguir estudiando, taller tras taller, formación tras formación, de libro en libro, sino de volcar lo aprendido hacia los demás. Ser yo misma la conferencista, yo misma la tallerista, yo misma quien lo escribiera.
Ella me mostró de qué forma, cuando no compartimos nuestros dones, todo el camino comienza a entorpecerse. La brújula interna pareciera romperse.
Tu don tiene que ser compartido. Tu propósito personal está conectado a un propósito mayor. Y si estás en esta vida, es porque todos estamos necesitando de tu aporte. Algo no se hace, algo no se escucha, algo queda vacío sin tu don.
¿Qué tareas son las que más disfrutás de hacer?
¿En qué áreas generalmente, tus amigos y familiares, te piden mayor asistencia?
¿Si tuvieras que elegir hacer algo por el resto de tu vida, qué sería?
Descubrir y activar tus dones es muy importante. Pero el doble de importancia tiene el ponerlos al servicio de todo nuestro mundo. Hacé más de lo que te haga bien, encontrá un trabajo que te guste, elegí relaciones que te hagan crecer y expandirte, dedicá recursos a cuidarte y tratarte bien. Ajustá lo que necesites ajustar para que la vida que vivís esté en afinidad con tus sueños.