Parte de un proceso de sanación y de reencontrar el equilibrio en nuestra vida, está constituido por el cambio profundo en nuestras actitudes. Hoy te compartimos dos maneras de ayudarte a sanar y afrontar dificultades con mejores resultados:
Sea cual sea la situación que estamos atravesando, siempre hay algo que podemos hacer para sumar alegría, salud, bendición y calidez a nuestra vida. Los momentos difíciles parecen derribarnos, pero cuando logramos volver a levantarnos no solo salimos adelante sino que lo hacemos fortalecidos y con mayor conciencia. Si experimentás heridas profundas que te impiden sentirte en armonía, te sugiero dos actitudes que te ayudarán enormemente a estar mejor:
Transitalo: Evitar tomar contacto con lo que nos pasa o con aquello que nos ha herido, es una de las maneras de interferir en nuestra sanación. Muchas veces, me encontré a mí misma (Tal vez, te haya pasado) intentando siempre caminar evitando ciertas esquinas de mi vida que me causaban dolor o no sabía cómo manejar con equilibrio. Esto me provocaba alejarme de ciertas personas, lugares o ciertas conversaciones (Cada vez más y más en cada categoría). Hasta que me di cuenta que no podía seguir esquivándome. Transitar el dolor no es volvernos fanáticos de él, ni menos sus amigos. Es aprender a integrarlo, aceptarlo y sumergirnos en él cuando haga falta para poder iluminar esas esquinas y que ya no nos de tanto temor cruzarlas. Reconocer sana.
No te identifiques: Otra actitud importante que necesitamos ajustar es la de evitar identificarnos con lo que nos pasa. Si estás atravesando un divorcio doloroso, acordate que no sos divorciada, te divorciaste. No es lo mismo. No somos lo que nos pasa, somos lo que hacemos para cambiar o no aquello que nos pasó. Saquémonos las etiquetas, no nos nombremos desde el dolor.