Nuestros viajes hablan de nosotros, de lo que nos pasa y de aquello que estamos buscando. Si no tuvieras ninguna limitación, ¿A dónde te gustaría viajar hoy?
Conversando con una amiga, como es común en esta parte del año, comenzamos a charlar sobre nuestros planes de vacaciones. Ella tenía muy claro, su destino elegido, cómo y cuándo viajar. Pero cuando llegó mi turno, me quedé quieta en la garganta y quieta en mi cabeza. No tenía idea de a dónde quisiera ir. Me gustan muchísimos lugares, me atraen casi todos los paisajes y como buena geminiana, me cuesta mucho decidir.
Pero en este caso, realmente, no podía visualizar un solo lugar para elegir. Y estoy convencida de que nuestros paisajes, nuestras rutas, hablan siempre de aquello que nos pasa en ese preciso momento, de aquello que necesitamos buscar y sentir.
Quizás te haya pasado a vos también o quizás te esté pasando ahora mismo.
No está mal no tener claro a dónde queremos ir, quizás es un tiempo de parar, de sentirnos más, de no tomar decisiones ahora. Tal vez, nuestro viaje no está listo aún. Cuando todo se mueve adentro, quizás, necesitamos que afuera nuestro paisaje y nuestro entorno permanezca por algún tiempo.
Los viajes a la montaña generalmente nos conectan con la búsqueda del propósito, de una cima particular, de una nueva perspectiva que solo podemos tener estando en lo alto. Los viajes a entornos acuáticos, generalmente movilizan mucho nuestras emociones y nos aportan calma y limpieza. Los viajes exóticos nos habilitan espacio en la cabeza y en el corazón, nos encuentran con lo diferente, nos rompen todas las estructuras y las barreras.
¿En qué viaje te encontrás transitando ahora?