El disfraz para el acto de los chicos. Con quién pasaremos las fiestas. ¿Se enojará fulano si vamos a lo de mengano para el 31? ¿Quién hace la comida? Los encuentros con amigos. Los cierres de año que parecieran ser del fin del mundo. Las listas de regalos (que son listas mentales). Y la cosa sigue.
Por nuestra cabeza pasan a diario miles de pensamientos. Y en Diciembre, parecieran multiplicarse. A veces logramos darles vía libre fácil, pero otras nos enroscamos en ellos una y otra vez. Sí, pensamos demasiado. Y lo llamativo, es que la mayoría de esos pensamientos no son siempre productivos, sino recurrentes y obsesivos.
La licenciada Liliana Traiber, psicóloga de la Clínica de Ansiedad y Estrés de Ineco (Instituto de Neurología Cognitiva), comenta que si bien el pensar forma parte de la experiencia humana, hay que diferenciar las preocupaciones normales (experimentadas por la mayoría de las personas, y que tienen que ver con esas cosas que pueden controlarse), de las excesivas (que pueden incluir síntomas como inquietud, fatiga, dificultades para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular, alteraciones del sueño).
Lo que Traiber explica es que cuando la presencia de las preocupaciones es excesiva, se puede pasar de un tópico al otro en segundos. Y esto nos agota. Por ejemplo, una persona que se preocupa por los exámenes finales del colegio de su hijo puede pensar: ‘¿y si no aprueba?’ ‘¿cómo vamos a hacer si repite?’ ‘¿a qué colegio vamos a pasarlo si se quiere cambiar?’. Algo que todavía no pasó, empieza a abrirnos un sinfín de preguntas y preocupaciones hipotéticas.
El error está en creer, que cuanto más reflexionemos sobre algo, más salidas vamos a encontrar. Pero en general, los problemas se resuelven de una manera más sencilla: desde las acciones. La idea es que primero detectemos si los pensamientos que nos invaden a diario son de situaciones reales y concretas (como por ejemplo que no nos alcance la plata para pagar las matrículas del colegio del año que viene), o hipotéticas, que están ligadas a cuestiones futuras (“¿y si llueve la noche del 31 y no podemos comer afuera?”):
Poder reconocer diferencias entre estas preocupaciones es crucial: “Hay que aprender a orientarse de manera eficaz hacia los problemas concretos, resolviéndolos. Y sino, trabajar para poder tolerar la incertidumbre cuando las preocupaciones son hipotéticas”, comenta Traiber. Y subraya: “Tolerar la incertidumbre significa poder reconocer que no hay certezas en la vida, que los eventos no se pueden predecir, y que muchas cosas no están bajo nuestro control”.
Un ejercicio para conectar con el Aquí y Ahora (y callar un poco la mente)
Estamos de acuerdo en que alguien que piensa demasiado, no puede experimentar vivir en el presente. Por eso es que hoy muchos especialistas recomiendan la práctica del Mindfulness o Atención Plena, un método para autorregular la atención cuando la mente se dispersa, e intentar focalizarnos en el aquí y ahora tan deseado. Un dato: esto no implica “poner la mente en blanco”, sino aprender a vivir con todos esos pensamientos y sensaciones que se nos cruzan a diario, pero intentando no atribuirles más entidad de la que tienen.
Si estás necesitando hacer un parate en medio de tanta vorágine de fin de año, leé los tips de María Noel Anchorena, fundadora y directora general de la Sociedad Mindfulness y Salud Argentina (www.mindfulness-salud.org ), y empezá hoy mismo. No lo dejes para “el año que viene”.
- Antes de levantarse por la mañana vean si es posible permanecer atentos unos minutos respirando conscientemente y registrando las sensaciones del cuerpo.
- Tomen conciencia del cuerpo, la postura, y las sensaciones corporales en varios momentos del día. Relajen y distiendan las tensiones innecesarias.
- Presten atención a la respiración conectándose con la sensación del aire que entra y sale del cuerpo. Acompañen con atención el movimiento de la respiración.
- Tómense unos tres minutos cada hora para parar, detenerse y observarse. Dándose cuenta de su experiencia en el momento presente, registrando su respiración y las sensaciones del cuerpo.
- Pueden practicar Mindfulness caminando, sentados, comiendo, bañándose, haciendo ejercicio, etc. Se trata de hacer las actividades diarias con mayor conciencia y registro de la experiencia momento a momento, desactivando el “piloto automático”.
- Cada vez que observen que la mente no está más atenta al presente, y se encuentra atrapada o reaccionando en el pasado, o anticipándose en el futuro, acepten que es esto lo que la mente hace. Sin juzgar y con paciencia, vuelvan a tomar conciencia de las sensaciones allí donde se encuentren.
- Generen un tiempo y espacio de práctica diaria. Este es un entrenamiento que requiere de disciplina y continuidad para profundizar los cambios. Se trata simplemente de dedicar unos minutos por día, sentarse en una posición cómoda, y observar deliberadamente la mente y todos los procesos de nuestro cuerpo, a través de la observación de las emociones, las sensaciones y los pensamientos. Es como meditar.
- Es importante también, tomar el compromiso de estar presentes en nuestra vida cotidiana, algo que llamamos práctica informal: por ejemplo mientras uno se baña, en vez de estar pensando en cualquier otra cosa sin darse cuenta, tomarse ese tiempo simplemente para observar las sensaciones que aparecen al bañarse, o mientras llevamos a dormir a nuestros hijos por las noches, o viajando hacia el trabajo. Aunque parezca una práctica sencilla, tiene efectos muy profundos que la ciencia está comenzando a descubrir.
Y para cerrar: Pensemos cuál es nuestro nivel de presencia en Diciembre. Pensemos cuál es el nivel de presencia que nos gustaría tener. Ajustemos las diferencias.