Este árbol originario de América del Sur es un protagonista vital de la cultura de muchos pueblos aborígenes. Tradicionalmente su madera es quemada en ceremonias y rituales para atraer la buena suerte y asegurarse protección ante energías negativas o malos espíritus.
Su aroma también estimula la generación de pensamientos positivos, ayuda a relajarse y profundiza la conexión entre vínculos.
Incluso, sin ser quemado puede ser utilizado amuleto de protección o aromatizante natural que refresca armarios, ambientes y hasta el coche.
Su humo blanco, al que los nativos llamaron Fuego Sagrado, es ideal para acompañar una meditación, encuentros íntimos de pareja o durante reuniones multitudinarias, ya que promueve la relajación o disuelve tensiones.
A nivel medicinal su esencia pura sirve para curar heridas de la piel y a través de una decocción de la corteza para tratar afecciones estomacales.
Un dato curioso de este árbol al que también se lo conoce como Madera Sagrada, es que muere de manera natural y solo después de 3 o 4 años de haber caído, manifiesta sus propiedades.
Hoy en día muchos practicantes de Yoga, Reiki, Aromaterapia lo incoporan a sus sesiones ya que el palo santo tiene también la capacidad de conectarnos con el amor y nuestra capacidad de dar y recibir.