Nuevas responsabilidades, requieren nuevas destrezas: Si te asignaron un nuevo rol, un nuevo puesto o nuevas tareas, es normal que sientas que no tenés muy claro cómo avanzarlas. Antes de caer presa del pánico y la tentación de cambiar (huir) a un nuevo trabajo, tené en cuenta que nadie está esperando que lo sepas dominar a la perfección desde el primer día. Esa es solamente, tu auto-exigencia. Date el tiempo para incorporar y capacitarte en las nuevas habilidades que necesites desarrollar para esta nueva etapa.
Aprendé a adaptarte flexibilizándote: Una de nuestras posibles reacciones frente a lo nuevo, siempre es enojarnos y rechazar la propuesta mentalmente. Pensando una catarata de razones por las cuales no estamos dispuestos ni felices de tener que cambiar. Al igual que se expande y alarga nuestro cuerpo cuando lo estiramos, al flexibilizar la mente, crecemos. Al menos, inténtalo y probá cómo te sentís o en qué te enriquece.
Aplicá la regla del 70/30: Ser eficientes no significa ser ultra perfectas. Tengamos en claro, desde el inicio, que siempre hay cosas que pueden salir mal o, al menos, diferentes a cómo las planeamos. Pongamos la voluntad y la energía en avanzar en todo lo que podamos y en dar lo mejor de nosotras para la meta final y, de esta manera, ya estaremos actuando exitosamente.