Llega esta parte del año y muchos de nosotros, casi naturalmente, comenzamos a hacer balances de cómo nos sentimos, de cómo vivimos este año, de qué quisiéramos o necesitamos deshacernos para comenzar el próximo con una mejor energía. Una de las emociones más tóxicas y limitantes es la culpa y, por eso, en esta nota nos enfocamos en convencerte de trabajarla para dejarla ir.
Sea externa o causada por nosotros mismos, la culpa nunca es positiva y termina por corroer y aminorar nuestras oportunidades de vivir más felices. Un sentimiento de culpa muy arraigado impide que disfrutes y te mantiene estancado adentro de una realidad poco luminosa. ¿Cuántas cosas dejamos de hacer por sentirnos en falta con alguien más y renunciando a la felicidad o libertad que nos provocaría el poder hacerlas? ¿Cuántas vivencias nos perdemos o dejamos ir, simplemente, por no animarnos a enfrentarnos con la opinión o la expectativa de alguien más?
Esto tiene que cambiar hoy mismo, necesitamos decretar que vamos a ser lo más felices que podamos, lo más libres que nos permita el alma. Siempre siendo conscientes y respetuosos de quienes nos rodean pero nunca faltándonos a la promesa de ir a favor de nuestro propio espíritu.
La culpa nos priva de continuar vivenciando el presente, nos mantiene en un cuarto cerrado en el cual no crecemos ni recibimos nuevas oportunidades, nos aleja de los demás, nos apaga los ojos. La culpa se deshace siendo fuertes y valientes para seguir adelante, para iluminarla mejorando y afirmando nuestra propia vida. También se disuelve perdonando y perdonándonos. Date todo el amor que necesites para sanar esta emoción y desatate tus propias cadenas.
Nos ayudan:
- Los remedios florales como Pine y Honeysuckle, del sistema Bach.
- Reiki en la zona del corazón, los hombros y la cintura.
- Dejar de ensimismarnos y salir. Tomar aire, relacionarnos, cambiar de ambiente.
- Querernos mucho.