Seguramente te habrá pasado que trabajás arduamente y te esforzás para determinado objetivo y, al lograrlo, no te sentís satisfecho o recompensado como esperabas. Una de las causas puede ser que esa meta no era verdaderamente tuya ni elegida por vos. Hoy queremos recordar la importancia de elegir decretar nuestros propósitos sintiendo más al corazón y no tanto a los mandatos:
Que tu objetivo sea tuyo y no heredado: Que cada paso (O la mayoría de ellos) sea elegido por nosotros, enfocando nuestra energía en lo que sentimos para nuestro presente y en aquello que nos gustaría para el futuro. Esforcémonos en pulir nuestros objetivos para que sean propios y esenciales. Intentemos recordarnos cada día que pocas cosas nos harán tan infelices como seguir proyectos y sueños de alguien más.
Preguntate acerca de cómo te sentís durante el proceso: Es crucial ir vivenciando el proceso y no solo el resultado, para darnos cuenta a tiempo si estamos siguiendo nuestra verdadera voz o la de alguien más. Puede ser un mandato social, lo que creemos que se espera que hagamos, lo que establecimos hace muuuuchos años que hoy tendríamos que cumplir y un montón de posibilidades más que pueden interferir en nuestro crecimiento y encuentro personal. Estar motivados y sentirnos realmente afines a lo que hacemos son dos claves para saber que vamos por el camino correcto para nosotros.
Proyectos con Alma: Por más pequeño o simple que sea tu próxima meta, asegúrate de que sea un proyecto con alma. Y con alma me refiero a esencia, personalidad, emoción. Trabajá y orientate más hacia aquellos caminos que realmente te hacen sentir expansivo, conectado, escuchándote y con ganas de continuar avanzando para descubrirlo y descubrirte al mismo tiempo. Elegir desde el corazón y la libertad es pura medicina para nuestra vida.