Encontrar un espacio en el cual conectarnos y sentirnos en armonía es una parte importantísima de nuestros hábitos de bienestar. Habitar en un lugar que verdaderamente disfrutamos y amamos, es establecer una energía sanadora en el presente y alinearnos con aquello que nos rodea:
Que tu entorno te inspire: Tener la posibilidad de vivir en un lugar que verdaderamente nos guste y nos haga sentir bien, debe ser una de las instancias más gratificantes. Pero no se trata solo de encontrar tu lugar ideal, sino de dedicar tiempo a conectarte con la zona en la cual estás viviendo. Reconocerla, percibir su energía, entender con qué parte te sentís más afín y encontrar tu lugar personal dentro de ella. Ya sea en tu propia casa, descubriendo tu rincón de poder, armando un sector para armonizarte o relajarte o, dentro de tu barrio, ir descubriendo aquellas zonas que realmente te permiten conectarte y disfrutarlas.
Del mismo modo, si te encontraras viviendo en un lugar con el cual no te sentís para nada afín, percibiendo que todo se te dificulta estando allí o, incluso, sintiendo que tu cuerpo lo rechaza, entonces, intentá accionar y orientar tu energía para poder, en algún momento, mudarte a un nuevo espacio.
Poné de vos para cuidarlo y nutrirlo: Siempre hay algo que podemos hacer para mejorar nuestro entorno. No se trata de tener un gran presupuesto, sino de activar tu creatividad y tu percepción para incluir o modificar detalles dentro de tu espacio que te hagan sentir en mayor armonía, te rodeen de belleza y te permitan disfrutar de una mejor energía y disposición en tu espacio.
Recorrelo, sentite a gusto, escuchá sus mensajes: Otra manera de amar nuestro lugar y conectarnos con él es dedicando tiempo a percibirlo, pasearlo, recorriendo sus rincones y escuchando con atención ciertas señales o mensajes que se nos muestran a diario en diferentes formas. Por algo ahora estamos acá y no en otro lado.