En los últimos años, la palabra estrés resuena en varios ámbitos: estrés laboral, estrés emocional, cansancio y estrés, y más. Pero ¿A qué nos referimos cuando hablamos de “estrés”? El doctor Daniel López Rosetti, presidente de SAMES (Sociedad Argentina de Medicina del Estrés), explica que tiene que ver con aquella situación en la cual las demandas externas (sociales), o las internas (psicológicas), superan nuestra capacidad de respuesta: “Se provoca así una alarma orgánica que actúa sobre los sistemas nervioso, cardiovascular, endócrino e inmunológico, produciendo un desequilibrio psicofísico y la consiguiente aparición de la enfermedad”, comenta el especialista.
De todas formas, no es necesario llegar a la enfermedad. Antes de esto, hay algunas señales de alarma a las que debemos prestar atención: sentir que no estamos viviendo como nos gustaría, que pasamos nuestros días en piloto automático, que no le damos lugar al placer, cansancio constante, desgano, falta de interés por todo, etc. Entonces, ¿Cómo podemos trabajar para sanar cuerpo y mente, viviendo de manera armoniosa? Cambiando algunos hábitos cotidianos, revisando nuestra alimentación, dejando espacio para la meditación, moviendo el cuerpo, y administrando bien el tiempo. ¿Por dónde empezar?
- Hábitos cotidianos (bien simples) para arrancar: para empezar en casa, los especialistas recomiendan iluminar siempre muy bien las habitaciones (la luz solar es antidepresiva), y además, salir a caminar cuando estemos nerviosos o tensos (el ejercicio físico ayuda a consumir la adrenalina generada por el estrés). Otro consejo fundamental es no sobrecargarnos: aprender a decir “no”, saber pedir ayuda, y hablar con otros de lo que nos preocupa. Un buen tip para pegar en la heladera podría ser “Dejar de pensar que solo nosotros podemos hacer las cosas correctamente” (¡Qué liberador!). Pero también, ya todos sabemos que tener un proyecto de vida, una tarea, una actividad, o una pasión, nos ayuda a vivir más felices. Y sin dudas, reírnos mucho, elegir relaciones divertidas, y rodearnos de amigos y familia, es el mejor antídoto contra el estrés.
- Alimentación: ¿Sabías que los malos hábitos alimentarios también pueden causar estrés? Por eso es muy importante revisar lo que comemos: eliminar o consumir muy poco de comidas rápidas, fritas, congeladas, enlatadas o procesadas. También sacar aquellos alimentos con alto contenido de sodio en sus preparaciones, limitar el consumo del café, alcohol, gaseosas, carnes rojas, embutidos, chacinados, productos de copetín, y de pastelería. También el alto consumo de azúcares refinados, grasas saturadas y edulcorantes artificiales. Lo ideal en armar un plan de comida lo más saludable posible: con frutas y verduras, aceites vegetales, frutos secos, semillas, yemas de huevo, germen de trigo, cereales y panes integrales, legumbres, pescados. No nos olvidemos, que “somos lo que comemos”.
- Actividad física: el ejercicio regular y moderado genera endorfinas, sustancias que elevan la sensación de bienestar. Y la idea para enfrentar el estrés, es que el plan que elijamos, no se practique para competir, sino como recreación. Las actividades holísticas son las más recomendadas: yoga, meditación, stretching y relajación. Funcionan muy bien porque son disciplinas que ayudan a conectar el cuerpo y la mente de manera integrada. Además, producen un cambio energético que modifica todo el funcionamiento del organismo, equilibrándolo y haciendo que la energía fluya. Lo importante es practicar como mínimo dos veces por semana.
- Administrar bien el tiempo/Tener tiempo libre: Aceptar que no podemos hacer todo lo que queremos, y que es mejor hacer de a una cosa a la vez, es una de las claves para vivir mejor. ¿Un consejo? Aprovechar los días de descanso para descansar y no para sacar pendientes. Darse tiempo para el ocio: leer, caminar, ir al cine, escuchar música, cocinar.
- Elegir la energía que consumimos: éste sería uno de los ítems estrella para evitar el estrés. Porque toda la energía que consumimos, ingresa a nuestro cuerpo a través de los sentidos: lo que comemos, lo que escuchamos, lo que miramos (en la tele, libros, cine, etc.), el aire que respiramos…Si escuchamos música fuerte, nos alteramos, si escuchamos música suave nos relajamos. Por eso es clave prestar atención a las señales que da el cuerpo, según lo que estemos consumiendo. ¿Un lindo ejercicio? Pensar en nosotros como si fuéramos coladores: un colador retiene y conserva lo que necesita, y deja pasar lo que no sirve. Entonces, dejemos en nuestra vida lo que necesitamos, lo que es amable y afín a nuestros objetivos vitales, y dejemos ir lo que nos hace mal. Retener la energía que no nos sirve nos intoxica y nos genera estrés (mucho).
No es necesario que empecemos a hacer todo junto, pero sí que arranquemos cuanto antes.
¿Están preparados?