Cansancio. Desgano. Agotamiento. Desinterés. Falta de motivación. Sin importar sexo o edad, hay algo que nos está pasando a muchos: nos damos cuenta que actividades que antes hacíamos sin problema, hoy nos dejan exhaustos. ¿Es que estar tanto tiempo adentro de casa, redujo la capacidad de llevar adelante múltiples tareas? Hablamos con el doctor Pablo López, psicólogo y director académico de Fundación INECO, y nos contó por qué es tan importante tratar esta fatiga antes de que se vuelva crónica. No se pierdan la charla.
Doctor, ¿Qué es la fatiga cognitiva?
Entendemos a la fatiga mental como aquel esfuerzo atencional o cognitivo prolongado, que lleva a una sobrecarga o agotamiento. En un contexto de elevado estrés, que se mantuvo por mucho tiempo a causa de la pandemia y las medidas de aislamiento, los síntomas del estado de fatiga cognitiva se volvieron muy presentes.
¿Cuáles son los síntomas principales de este cuadro?
La somnolencia, la incapacidad de concentración, y la dificultad para “procesar” tareas a realizar, son los principales. Sin embargo, la mayor inquietud aparece al comprender que esta sintomatología no solo puede tener efectos en el rendimiento cognitivo al estudiar o trabajar, sino que también nos afecta en cuestiones físicas y en nuestra regulación emocional.
¿Cómo sería eso?
La fatiga mental puede llevar a una pérdida de interés, atención y motivación; afectando tanto nuestra vida personal, como la social y laboral. Es importante tratar de combatirla para evitar que se vuelva un síndrome de fatiga crónica, que ya puede influir en dolores musculares, de cabeza, angustia, dificultades sostenidas de memoria, sueño no reparador, entre otros síntomas; así como también nos vuelve propensos a problemas de salud mental y física a mediano plazo.
¿La fatiga cognitiva es lo mismo que lo que conocemos por cansancio?
La fatiga y el cansancio son dos términos similares. Cuando hablamos de fatiga cognitiva nos referimos a una dimensión de la fatiga que tiene que ver con la afectación de las funciones cognitivas/mentales: todo lo que tiene que ver con la atención, la memoria, el aprendizaje de información novedosa, lo que llamamos “funciones ejecutivas” como la toma de decisiones, la organización del tiempo, etc. Por otro lado, también incluye lo que es el impacto en la salud mental, en términos de una sensación de estar abrumados mentalmente, desmotivados, sin poder disfrutar de las cosas.
¿Por qué si supuestamente muchos estamos haciendo menos actividades, estamos más cansados?
Lo cierto es que si bien uno puede pensar que la cuarentena nos llevó a una reducción de nuestros esfuerzos físicos, nuestra mente se enfrentó con nuevas demandas de alta atención prolongada en el tiempo. Además, los momentos de trabajo y descanso en la modalidad remota han perdido la frontera clara que tenían antes, provocando también una sensación de sobrecarga constante y dificultades para “desconectarse”.
¿Qué es hoy lo que tanto nos cansa?
Los cambios de rutina de grandes y chicos, los protocolos sanitarios que no debemos olvidar y el nivel de atención que requieren las video-llamadas, representan un gran esfuerzo cognitivo para las personas; sumado a que hemos perdido la estabilidad y anticipación que nos otorgaba la rutina.
¿Deberíamos tener que ponerle un límite al tiempo de trabajo/conexión en casa?
Sin dudas, esto es esencial para el manejo de la fatiga cognitiva. Sabemos que nuestra capacidad para el trabajo es limitada, -como nuestra capacidad para cualquier cosa-, entonces es importante entender que muchas veces nos quedamos trabajando en exceso y eso no es rendidor. En esa instancia, nuestras funciones cognitivas no funcionan de la manera adecuada y a veces caemos en la trampa de pensar que, si trabajamos mucho, eso es mejor, y no hay una relación lineal entre el tiempo que uno trabaja y el rendimiento o resultado de ese trabajo.
¿Qué nos recomienda para esto? A veces se hace muy difícil…
En ese sentido, es importante establecer rutinas de trabajo lo más fijas posibles. Y si existe la posibilidad, incluir intervalos de descanso para “resetear” de alguna manera el cerebro y refrescar la concentración que permita nuevamente afrontar el trabajo. Ahora esto es también por el agregado de las conexiones, que estamos prácticamente todo el tiempo frente a la pantalla y genera un desgaste mayor a nivel atencional por exposiciones prolongadas a la luz artificial.
¿Cansan más las actividades virtuales que las presenciales?
Lo que está reportando la gente y algunos estudios indican, es que las mismas actividades, si se las compara en términos de presencialidad y virtualidad, en el caso de la virtualidad generan un cansancio mayor y un nivel atencional más corto que esa misma actividad en modalidad presencial.
¿Qué consejos nos puede dar para disminuir el cansancio?
Resulta clave comenzar con una reorganización de los hábitos en pos de restablecer las tres piezas más importantes de nuestra salud: la alimentación, el ejercicio físico y el buen dormir. Generalmente, si uno comienza a fallar en alguno de estos “engranajes”, los otros siguen la misma línea provocando una sensación de agotamiento. ¿Qué podemos hacer?
- Regular los horarios de sueño lo más posible, estableciendo también los espacios claros y preestablecidos de descanso durante el día.
- Ir de la preocupación a la acción. Es decir, tratar de sacar las ideas agobiantes de nuestra mente y buscar acciones concretas para modificarlas, o incluso, es recomendable anotarlas para luego pensar en ellas y compartirlas con alguien.
- No confundir el distanciamiento físico con el social o afectivo. La socialización de las emociones es algo que nos va a ayudar ante la sensación de fatiga.
- Incorporar estrategias basadas en la meditación como el mindfulness, que permiten cierta regulación emocional, reducción de la ansiedad y mejora cognitiva en términos atencionales.
¿Qué recomienda para no perder la socialización emocional en este tiempo?
Así como en la ciencia de la salud hablamos de utilizar la mejor alternativa disponible de tratamiento, acá es lo mismo. Tenemos que tratar de utilizar la mejor estrategia disponible que tengamos, siguiendo las medidas sanitarias correspondientes que varían de región a región, pero aprovechando o maximizando esas alternativas. La más sencilla y que no depende de la fase de la cuarentena es reservar un espacio para hablar con gente significativa para nosotros -familia o amigos- y, si esto se vuelve algo muy monótono, se puede combinar con otras actividades que se permitan.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, hay lugares donde salir a correr con distanciamiento social y los cuidados pertinentes está permitido y puede aprovecharse. Así como hablábamos de la relevancia del trabajo y el descanso, le agregamos la relevancia de resguardarnos un espacio para socializar (y tener pequeños momentos del día dedicados a ello). No imaginar esto como algo disruptivo para nuestra rutina, porque eso puede aumentar nuestros niveles de estrés y solo genera más fatiga. Lo mismo sucede con la actividad física: es preciso evaluar esa balanza de exigencia, disfrute y beneficio que es muy personal, y aprovecharla lo más posible.
¡MUCHAS GRACIAS DOCTOR!
Y como siempre y en todo, es importante saber que todo cambio es progresivo (no se resuelve de un día para el otro). Es cuestión de poner en marcha nuevos hábitos saludables, que sostenidos en el tiempo, nos ayudarán a lograr una mejor calidad de vida.