Una de las emociones más limitantes y más frecuentes que podemos experimentar, a lo largo de nuestra vida, es el Miedo. Por alguna razón, pareciera que desde muy pequeños se nos invita a no tener miedo, pero difícilmente se nos incentive a trabajar con él. No afrontar lo que nos atemoriza no significa erradicarlo, sino negar la existencia de sentimientos que nos abruman. Todos tenemos miedos y hasta resulta sano tenerlos, ya que nos permiten registrar que existe cierto desequilibrio que pide ser atendido e nosotros, para activar crecimiento y desarrollo personal. Hoy, te compartimos algunas razones profundas para invitarte a trabajar y a enfrentar tus temores, recordando cuán liberador puede resultar para tu vida:
El miedo te paraliza: Una de las principales consecuencias de experimentar temores intensos es que nos cristaliza, impidiendo que avancemos o tomemos decisiones acertadas. El miedo, muchas veces, nos tiñe la percepción y la mente con ideas repetitivas y limitantes que nos estancan en un momento de nuestra vida como si no hubiera escapatoria o resolución posible. Enfrentarlo y reconocerlo nos permite tomar valor para sumergirnos en nuestro trabajo personal y continuar nuestro viaje de crecimiento.
El miedo te expone aún más al peligro: Recuerda que lo semejante atrae o semejante, lo cual quiere decir que nos rodearemos de aquello que nosotros mismos estamos vibrando. Si voy por la calle en constante sentimiento y pensamiento de temor, es probable que la energía que se recree para rodearme me confirme, una y mil veces, que debo estar aterrado, exponiéndome a una inseguridad mayor. Recuerda tu capacidad de visualizar y de crear una realidad más sana y refuerza tu poder personal desde tu intención. Esto, por supuesto, no indica que debemos andar distraídos ni olvidarnos de ser precavidos, sino que hace referencia a tratar de generar emociones y pensamientos lo más sanos posibles.
El miedo te aleja de tu corazón: Cuando sentimos miedo, el impulso general, es distanciarnos. Alejarnos y resguardarnos de aquello que nos provoca el gran temor. Muchas veces, ese miedo es referente a los desafíos que la vida nos propone y nos invita a transitar. Y si perdemos las oportunidades, dejaremos de cumplir con nuestros propósitos. Hemos venido con una misión, con un don para compartir y es nuestra responsabilidad (Y la causa de una mayor felicidad), el poder hacerlo. Entonces, antes de alejarnos, intentemos activar nuestro coraje para estudiar porqué sentimos este miedo y trabajemos con él. Recordemos, siempre, que el conocernos, nos ayuda a sanar: http://serpositivo.tv/?p=653