- Que te conecte con lo mejor de vos: Una relación saludable siempre nos ayuda a que activemos la mejor versión de nosotros. O porque nos muestra aquello que tenemos que optimizar o porque él mismo ilumina en nosotros esas áreas que no podíamos ver con claridad. Inspirarnos es resonar con alguien más.
- Que te haga sentir expansivo y no aminorado: Deberíamos decretar con gran fortaleza el no atraer ni alimentar relaciones que nos hagan sentir indefensos, culposos, poco valiosos o que atenten contra nuestro cuidado personal y autoestima. Una relación nutritiva debería, por lo menos, recordarnos que debemos dedicar tiempo a nosotros, que es positivo y bueno que nos demos prioridad y que apoye nuestros sueños con alegría. Alguien que nos limita o nos hace sentir más pequeños, está bastante lejos de generar una relación sana.
- Que promueva tu confianza y no tu desvalorización: Esforcémonos en nutrir vínculos que nos ayuden e inciten a confiar en nosotros mismos. Alguien que nos remarca agresivamente las falencias constantemente o nos potencia la inseguridad, no nos acompaña de manera armónica. Si tenemos la posibilidad de hablarlo, será mejor que lo hagamos y sino, apuntemos con la brújula a otro norte.
Queremos recordar que no se trata de exigirle al otro que nos ordene y mejore nuestra propia vida, sino de revisar qué tipo de relación estamos atrayendo. Porque parte de esa vibración nos corresponde a nosotros y debemos sanarla en uno mismo.
Más allá de eso, podemos pulir e intencionar relaciones sanas, libres y enriquecedoras alimentando las que verdaderamente nos inspiran y nos hace sentir bien.