Sanar es un proceso y un camino

Una sanación verdadera y efectiva se pone en marcha cuando dejamos de lado la ansiedad o la búsqueda de soluciones mágicas e inmediatas. Transitar cada día como una verdadera entrega hacia el bienestar y la trascendencia de nuestras heridas, es la forma duradera y disfrutable de armonizar nuestra vida personal.

Sentir: El primer paso para sanarnos podría ser el permitirnos vivenciar aquello que nos está dañando. Es decir, dejar de esconderlo y retenerlo en nuestro interior y lograr experimentarlo con todos los sentidos para reconocerlo y luego, posteriormente, lograr depurarlo y transcenderlo.

Herramientas útiles para esta etapa que me gustaría sugerirte son la Terapia (sea cual sea la línea que encuentres más afín), los ejercicios de visualización en los cuales se trae a la consciencia aquellas instancias e imágenes que necesitamos sanar y, también, los masajes como el “indio” (Chamánico, no Hindú) que trabajan con técnicas especiales para traer al cuerpo y a la consciencia aquellas heridas que necesitamos curar y soltar.

Desbloquear: Esta es la parte dónde necesitamos mayor voluntad. El desbloqueo de una emoción, un dolor o una huella es de pura consciencia y predisposición personal. Hay que estar fuertes y convencidos de que es lo mejor para nosotros. Y una vez que hemos vivenciado y registrado claramente aquello que nos estaba haciendo daño (Puede ser un trauma antiguo, un mal hábito, una tendencia a ciertas relaciones insanas y todo tipo de circunstancias que bloqueen tu bienestar), nos dispongamos, con el desapego necesario, para comenzar a cortar los lazos con esa memoria o sufrimiento.

Terapias y técnicas que ayudan a ir ablandando los bloqueos son, por ejemplo, los ejercicios de Yoga Kundalini, el trabajo con Flores de Bach para ampliar nuestra consciencia y perspectiva de las situaciones y de nosotros mismos y aplicar Reiki a todo nuestro cuerpo. La luz atrae más luz.

Liberar: Para liberar y definitivamente dejar ir aquello que nos impide maximizar nuestra felicidad y nuestra armonía, necesitamos querernos mucho y valorarnos mucho. Sin autoestima no podemos recibir sanación. Dispongamos nuestra actitud con desapego sano para permitir la purificación. Para limpiar y dejar espacio para momentos y personas que nos hagan bien, trayendo belleza y armonía a nuestra existencia.

En esta etapa nos ayuda mucho el consumir alimentos sanos, livianos, incorporar tizanas depurativas y tres litros de agua diarios, participar de prácticas como Temazcal y tratamiento de masajes drenantes. No olvides cuidar tus entornos y pasar tiempo en la naturaleza.

Armonizar: Una vez que hemos transitado cambios en nuestros hábitos y en nuestra forma de relacionarnos con todo lo que nos rodea, es muy importante dedicar tiempo a estabilizar esta nueva energía afuera y adentro de nosotros. Integrar lo aprendido, mantener el equilibrio logrado.

Actividades que nos ayudan mucho son las sesiones de Reiki como tratamiento regular, el participar de meditaciones o prácticas que encuentres disfrutables para relajarte y orientar tu atención con propósitos específicos y, también, el cuidar y honrar nuestro equilibrio. Esto significa que no perdamos conexión con el mundo material en cual también vivimos, sino que expandamos lo que hayamos aprendido y honrémoslo cultivándolo.

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