La Naturaleza te recuerda tener paciencia

Rodearte de naturaleza, sentirla y observarla, te concede una enorme cantidad de mensajes y maestrías. Hoy queremos enfocarnos en una especialmente que nos parece necesaria y que, muchas veces, nos cuesta tanto cultivar: La Paciencia.

El Sol no puede apurarse: Todos queremos luz, tibieza, vida a nuestro alrededor. ¿Cuántas noches habremos contado las horas para ver amanecer? En la Tierra y en el Universo los movimientos son cíclicos, tienen su trayecto, sus repeticiones, su necesidad de rotar.

Esto tiene que enseñarnos la importancia de saber esperar, de aprenderlo, de entrenarnos para no tratar de buscar apurar la vida, para enseñarles a los más chiquitos que esa espera puede no desesperar tanto y hasta tener algo de magia, de perfección. Cuando miramos hacia atrás, casi siempre podemos comprender por qué pasaron ciertas cosas (O por qué no). Muchas veces, no llegaban porque, en el medio, teníamos que cruzarnos con otro momento también importante y también necesario. La ansiedad no es parte de la energía de la tierra ¿Por qué será?

Los árboles nos hacen esperar: Si plantaste alguna vez, una semilla sin tener demasiada experiencia o conocimiento de los tiempos de la especie, seguramente te habrás sentido ansioso, yendo y viniendo a lo largo de los meses para revisar cómo iba creciendo. Muchas veces toma años, períodos largos hasta que podamos ver una planta firme, florecida, robusta.

Así somos nosotros también. Así van nutriéndose nuestras relaciones, nuestras acciones: Únicamente con tiempo compartido, tiempo en el que cada uno hace su trabajo, su aporte, su don. Tiempo para procesar, para acomodarnos, para comprender mejor. Para intentar cantar juntos con todo el corazón que podamos.

Puede que (Al igual que yo) muchas veces te sientas apurado, exigiéndote un poco más, tratando de avanzar de a tres pasos cortos en vez de dar un gran paso en conexión. Por eso, si hoy te sentís (Al igual que yo) un poco perdido, sin respuestas, abrumado por no saber cómo seguir tu viaje, recordá y mirá el cielo, el agua, la tierra. Allí, los animales, las aves, los peces, todos saben justo cuándo moverse, cuando migrar, lo llevan adentro, escuchan la tierra, los vientos, las estrellas. En momentos como este, podemos hacer como ellos, confiar en el devenir, dejarnos guiar y no actuar si alrededor todo sugiere la sana quietud, la delicada espera.

 

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