Qué nos otorga valor?
Epidemia actual: miedo a ser insignificante
Sería interesante definir qué es éxito para cada uno de nosotros

 

Las redes sociales han traído muchos cambios a nuestras vidas y a nuestro psiquismo. Algunos de estos cambios son muy positivos e incluso productivos. Sin embargo, han generado un sinnúmero de efectos a nivel psicológico que jamás supusimos que podían ocurrir.
El síndrome de la insignificancia es uno de estos inesperados efectos.
El psicólogo de la Universidad de Tel Aviv, Carlo Strenger, luego de varios años de investigación ha publicado un libro donde afirma que este síndrome trae una epidemia moderna que nos lleva a pensar que no somos nadie a los ojos de los demás.
Antes veíamos las vidas de los famosos en las hojas de revistas o en la televisión. La mayor parte de las veces podíamos ver el costado público de sus vidas, y algunas veces, debido a algún paparazzi, nos llegaban imágenes de esa intimidad que protegían a capa y espada.

Pero qué pasó hoy con las redes sociales? Podemos ver todo, o por lo menos todo lo que ellos elijen mostrar, y es mucha información para nuestro psiquismo.

La parte más cruel de la historia es que muestran lo mejor de sus días, y nuestro cerebro interpreta que eso es el todo de sus vidas. Acá es donde surge este fenómeno tan nuevo como feroz. Empezamos sin darnos cuenta a comparar nuestra realidad con la de estos personajes exitosos. Y esto nos hace sentir que nuestra vida es ni más ni menos que “insignificante”.

Hasta hace poco solíamos compararnos entre amigos, familiares o compañeros del trabajo. Estábamos pendientes de qué elegían para sus vacaciones, si cambiaban el auto, o cómo se recuperaban de una ruptura amorosa. Cada situación que vivían era analizada en el tamiz de comparación con nuestro propio recorrido.
Hoy el panorama es otro. Es más amplio. No tiene barreras ni cercos que alejen a los paparazzis más audaces. Hoy somos nosotros mismos los que hacemos público cada acto de vida, cada salida, comida, viaje, pareja, amigos, mascota o outfit!
Todo se comparte a escala masiva, y así como somos los protagonistas de mostrar, también somos los consumidores que recibimos ese estímulo excesivo sobre los detalles de la vida del otro.
Este miedo a la insignificancia nos confronta con las expectativas que se esperan de nosotros. Se espera que tengamos dinero, éxito, belleza entre muchos objetivos que nos hace sentir presionados.

Es necesario analizar si estos son nuestros objetivos o son algo impuesto desde el exterior, a partir de la cultura consumista que tenemos hoy.
Debemos entender en primer lugar que las personas famosas se suponen exitosas, pero que sería interesante definir qué es éxito para cada uno de nosotros.

La sociedad nos hace creer en un tipo de éxito. Pero es imprescindible revisar qué es éxito a un nivel más profundo e íntimo.

En psicología positiva se afirma que la sensación de éxito tiene más que ver con sentirse realizado, sentirse bien con uno mismo y con la vida que se ha logrado. Pero la mayoría de las personas se rigen por cánones muy exigentes que consumimos en los medios de comunicación y las redes sociales, y esto trae esta sensación de insignificancia tan molesta.

Es recomendable centrarse en uno mismo, en los valores e intereses propios, y no dejarse llevar por las modas de turno.
Elegir lo que nos gusta, – o que nos guste lo que hacemos – es un gran antídoto al malestar que genera la presión social por el éxito instantáneo.

Es vital comprender que no somos insignificantes. El hecho de no ser famosos o millonarios no define si somos o no importantes. Todos conocemos personas que tienen poco a nivel material y sin embargo son felices. Conocemos personas que no poseen los cánones de belleza rígidos que nos proponen las vidrieras, pero se sienten a gusto consigo mismas.
Sentir gratitud por lo que somos y lo que tenemos es una excelente forma de hacer frente a este síndrome.

Debemos sentirnos agradecidos y felices con lo que tenemos, y saber que podemos conseguir lo que nos propongamos. Y que lo importante es el camino más que cada una de esas metas. Sabiendo que, por encima de todo, lo más importante es la vida misma, y la conexión que podamos sentir con nosotros mismos y con aquellas personas que forman parte de nuestra vida real.

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