Muchas veces pensamos que para hacer un buen homeoffice debemos ser flexibles. Respondemos mensajes en cualquier momento, estamos atentos al WhatsApp todo el día, mandamos un documento en medio del domingo. Ni hablar si tenemos hijos, damos por sentado que podemos hacer los malabares de cuidarlos y trabajar a la vez.
Hacemos esto porque tenemos la falsa idea de que trabajar en casa significa tener tiempo libre y manejarlo según el antojo de cada día. Caemos en la trampa de hacer y hacer, pero sin estrategia alguna.
No tardamos mucho tiempo en darnos cuenta que así no podemos seguir. Que nuestra mente no puede responder a tanta demanda y que nuestro cuerpo nos empieza a pasar factura de cansancio y estrés.
Yo llevo varios años trabajando en casa y varios años también criando hijos. Después de un buen tiempo de prueba y error, creo que pude encontrar los puntos que facilitan la vida si queremos ser los reyes y reinas del Home Office.
Pauta número uno: Foco
Hacer foco en el trabajo
Cuando se trabaja, se trabaja. Para ello primero hay que planificar los horarios. Organizar qué tareas se harán y en qué momento. Si a lo largo de las horas efectivamente nos dedicamos a trabajar, cuándo cerremos nuestra laptop vamos a hacerlo con la tranquilidad de tener el objetivo del día cumplido y podremos dedicarnos con ganas a las tareas hogareñas.
Esto implica que en el momento que dimos por finalizada nuestra jornada laboral ya no podemos volver a responder un email o un llamado y sólo podemos dedicarnos a la familia y la casa.
Se siente mucho más liviano hacer este tipo de tratos con uno mismo donde separamos completamente el trabajo del tiempo libre, o el trabajo de las tareas del hogar. Esto nos permite prestar más atención a lo que estamos haciendo en el momento presente, y evitamos perder efectividad por querer hacer muchas cosas a la vez. Suena simple pero debemos ser bastante disciplinados y estrictos con nosotros mismos para poder lograrlo.
Pauta número dos: Poner a raya los distractores
Será necesario identificar en primer lugar cuáles son las tareas o situaciones que nos distraen de nuestras obligaciones laborales. Una vez que tenemos esa lista vamos a definir qué vamos a hacer con respecto a cada ítem de la misma. Por ejemplo, podemos definir de antemano cuánto tiempo le vamos a dedicar a mirar redes sociales. Un buen truco es ponernos un cronómetro que suene a los 15 minutos. Una vez que suena la alarma debemos retomar nuestras tareas y así nos aseguramos de no perder mucho tiempo en acciones improductivas.
Pauta número tres: Manejo de la energía
Al pasar varias horas trabajando es necesario hacer pequeños cortes y descansar. Se sabe que la creatividad y la productividad no son el resultado de largas e interminables horas de esfuerzo. Al contrario, logramos despertar más nuestra capacidad creativa cuando tenemos tiempo libre, cuando conectamos con nuestros hobbies o cuando salimos a caminar al aire libre.
Es super importante tomarse pequeños descansos, moverse, estirar el cuerpo, tomar un buen vaso de agua, salir a respirar aire fresco, tomar unos minutos de sol. Todo eso hará que nuestra energía y nuestra capacidad de concentración vuelva al punto cero para poder volver a retomar las tareas con un nuevo pack de energía y motivación.
Pauta número cuatro: Organización
Si bien estamos en casa la planificación tiene que ser parte de nuestra realidad. No podemos dejar librado al azar qué haremos cada mañana al levantarnos porque esto genera desmotivación y desorden.
Lo ideal es que el día anterior dejemos estipuladas las tareas más importantes que debemos cumplir.
Se aconseja que hagamos foco en tres tareas importantes por día.
Deben ser tres tareas que si o si tienen fecha límite y que además al avanzar en ellas, damos lugar a la tarea siguiente.
Pauta número cinco: La apariencia es lo que cuenta
Desde un punto de vista psicológico nos posicionamos mejor ante nuestra labor diaria si logramos (dentro de casa) similares condiciones a las que tenemos al trabajar en una oficina.
De qué se trata esto?
– Nuestra imagen: algo que debemos evitar es quedarnos todo el día con los pijamas puestos. Si al levantarnos nos damos una ducha y nos vestimos con nuestras mejores ropas, ya nos va a generar una sensación distinta y más productiva. De una manera u otra estamos enviando a nuestro cerebro la señal de que un nuevo día comienza y estamos preparados para encararlo de la mejor manera.
– Nuestro espacio: es muy difícil concentrarse en las tareas en medio del desorden. Si cada mañana al empezar debemos preparar un espacio para apoyar nuestra computadora eso ya nos va a traer una sensación de fastidio y una gran pérdida de tiempo.
Por esto lo ideal es asignar un espacio específico dentro de nuestro hogar para armar un escritorio fijo. El la medida de lo posible debe tener buena luz, buena circulación de aire y debe estar alejado de ruidos y distracciones.
Debe ser un lugar en el que nos sintamos a gusto con la decoración justa y necesaria. Elementos como una foto de nuestros seres queridos, una vela aromática o un recipiente con flores frescas pueden ser una gran compañía a medida que pasan las horas.
En conclusión, el Home Office puede ser una gran oportunidad para conectar con nuestra casa y con las personas con las que habitamos, pero nada de esto puede funcionar si lo dejamos librado al azar. Ejecutando ciertas estrategias vamos a poder organizar mejor este estilo de trabajo y prepararnos con antelación para los imprevistos que pudieran surgir. Activar nuestra resiliencia laboral será la clave para atravesar esta etapa de cambios e incertidumbre de la manera más positiva, y sobretodo menos estresante y más sana.