Cuando atravesamos un momento de tensión, donde no nos sentimos cómodos ni fluidos con nuestra vida, podemos hacer el intento de recordar algunas prácticas que nos ayudarán a amigarnos con el presente. Dejando de poner resistencia a lo que el Camino nos ha traído y a intentar buscarle el Sol a la situación:
Transformar: Es muy importante registrar qué cosas podemos transformar y qué cosas no. Una vez que lo hayas evaluado, puedes enfocar toda tu energía y establecer el propósito de hacerlo. No te ocupes de muchos temas a la vez ni desperdicies tu poder, es mejor unificar tu trabajo y así potenciarás el resultado. Enfócate, comprométete y esfuérzate en cambiar aquello que está a tu alcance y que te hará sentir mejor y más feliz. Pero recuerda que lo más importante es que solamente tú sabes cuál es tu límite, no dejes que nadie te desanime un propósito o un objetivo. Si crees que puedes, entonces vale la pena intentarlo.
Aceptar: Se trata de una enseñanza simple y antigua que, sin embargo, nos cuesta tanto. Pero si queremos, podemos. Cuando ya hemos hecho todo lo que podíamos y no logramos modificar la situación, lo mejor será desactivar la resistencia, no luchar contra la vida sino con ella. Aprender a aceptar y soltar el control para poder fluir cuando es necesario. A veces, se nos necesita enraizados y firmes como un árbol quieto y fuerte; y otras veces, se nos necesita líquidos, viajando livianos para poder llegar a la próxima orilla de aprendizaje.
Perdonar: Sólo hoy podemos perdonarnos a nosotros mismos y perdonar a los demás. Si ayer no pudimos, no importa porque siempre tenemos la posibilidad de hacerlo hoy. Comprender que nos equivocamos, que no somos perfectos aunque tratemos de serlo desesperadamente, que siempre estamos a tiempo de cambiar y, ¿Por qué no? De aplicar todo esto con alguien más.Perdonar es alivianarnos por dentro, es hacer un gran espacio en el corazón.
Dejar Ir: Parte de una relación sana con el presente es dejar ir y soltar todo aquello que no tenga que ver con él. Muchas veces, arrastramos historias, dolores que no sanamos, relaciones que nos quedan cómodas pero nos intoxican, miedos que no hemos podido afrontar. Animarse a entregarle al Universo aquello que no hemos podido resolver y que ya no necesitamos seguir cargando. De eso se trata, de permitir que esa energía nos suelte y se disipe, pero para lograrlo, es necesario trabajar el desapego, el abrir la mano que cerrábamos tan apretadamente y permitir que el sufrimiento se vaya y se convierta en algo bello, en otra parte.
Confiemos en que todo se transforma y, finalmente, se resuelve. Si hemos trabajado para lograrlo, si hemos permitido que se vaya aquello que necesitaba irse, si hemos perdonado lo que no hicimos tan bien y agradecido la oportunidad de poder verlo ahora, si decidimos embellecer y sanar nuestro presente, entonces, lo que nos espera, tiene que ser hermoso. O al menos me gusta visualizarlo así.